«Cataluña en España, España en Cataluña» (2 de 2), Ignacio Ruiz #frentealespejo

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En el siglo XIX se conoció la independencia de la América Hispana, las Guerras Carlistas, el Cantonalismo, las guerras entre absolutistas y liberales… pero no una guerra del Estado Español contra Cataluña, por más que en determinados momentos puntuales se intentase promover la idea del Estat Catalá, fundamentalmente a través de la figura de Macià, o que la Constitución de la II República albergase la existencia de unas incipientes comunidades autónomas, entre las cuales obviamente la de Cataluña.

Con todo, tras la muerte del dictador Franco y la instauración de una nueva España Democrática, no se tardó en poner en marcha los distintos procesos autonómicos, a través de una Constitución, la de 1978, que fue votada de manera favorable por más del 90% de los ciudadanos catalanes que acudieron a las urnas. Con ello, España se convertía en uno de los Estados más descentralizados del mundo, mucho más a como ocurre en países que se intitulan de federales, como es el caso de México.

Fue en ese España democrática cuando nos vinimos a incorporar, en 1986, a la entonces llamada Comunidad Económica Europea, cuya consecuencia más tangible ha sido la transformación de nuestro país a todos los niveles: desde la economía a las infraestructuras, desde nuestra posibilidad de viajar o residir libremente en los otros países comunitarios a la de emprender en ellos negocios. Un enorme mercado común que engloba a algunas de las economías más poderosas del mundo y a más de 500 millones de personas.

En estos años, el PIB de España ha pasado de 243.282 millones de euros, en 1986; a los 1.113.851 millones de euros en 2016, habiéndose incrementado igualmente de manera muy significativa la capacidad económica de las familias españolas. Además, de unos 38.000.000 de habitantes se ha pasado a los actuales más de 47.000.000, en donde en gran medida hemos dejado de ser una nación emigrante a recibirlos.

«El emprendimiento ha impregnado a los españoles, en la actualidad contamos con 6.000.000 de empresas»

Tras haberse tenido que sanear muchas empresas españolas por entonces improductivas, a través de la célebre reconversión industrial, en la actualidad el emprendimiento ha impregnado a los españoles, calculándose que en la actualidad contamos con aproximadamente 6.000.000 de empresas, de las cuales más de 227.000 están registradas en Cataluña, en donde destacan sin duda alguna SEAT, Gas Natural, Aguas de Barcelona, Vueling, Caprabo o Casa Tarradellas, entre otras muy importantes.

Es por ello que, resulta obvio, España en su conjunto ha emprendido una de las más importantes sendas de crecimiento y mejora en la calidad de vida de sus ciudadanos de toda su historia.

Créanme cuando les digo que a lo largo de los siglos, los españoles, con independencia del territorio en donde hayan nacido o vivido, en las más de las ocasiones lo único que han contemplado han sido penurias, guerras, hambrunas, sufrimiento. Ha habido guerras y enfrentamientos a lo largo de todos y cada uno de los siglos de nuestra historia, en donde los peor parados siempre han sido las clases más desfavorecidas, las clases populares. Dicen que la ruina de las naciones se manifiesta con mayor inquina en aquellas que, tristemente, tratan de negar u ocultar su historia o, peor todavía, responda a comportamientos espurios.

«La ruina de las naciones se manifiesta con mayor inquina en aquellas que tratan de negar su historia»

Es por ello que la salida de Cataluña de España, aparte de constituir un acto de manifiesta ilegalidad constitucional de difícil aceptación por la comunidad internacional y nacional, supondría la automática salida de este territorio del conjunto de organizaciones e instituciones internacionales de las que hoy disfruta por ser parte integrante del Estado Español. Supondría, por ende, su salida de la Unión Europea, en donde los ahora ciudadanos catalanes no podrían disfrutar de la libre circulación, puesto que volvería a haber fronteras físicas. Igualmente, muchas de las empresas que producen en aquel territorio, tanto de capital español como extranjero, tendrían que modificar sus sedes y centros de producción, puesto que de no ser así no podrían beneficiarse de la ventaja de poder vender sus productos en los hasta ahora mercados tradicionales, en la Unión Europea. En resumidas cuentas, todo ello acabaría, una vez más, afectando a las clases más populares.

Es por ello que, a modo de conclusión, afirmamos con rotundidad lo siguiente:

1º. Cataluña nunca ha sido un país independiente, sino que tan sólo una parte de esa Cataluña, los condados catalanes, vivieron al margen de una vinculación a otras entidades políticas, singularmente tras su desvinculación con el Imperio Carolingio.

2º. El esplendor del territorio comienza a fraguarse a raíz de su pertenencia a la Corona de Aragón, cuyo reino, el de Aragón, vino a intitular a la Corona.

3º. Tras el matrimonio entre Fernando e Isabel se entroncaron los territorios de ambas Coronas para conformar la llamada Monarquía Hispánica, la cual se habría de proyectar por todos los Continentes habitados de la Tierra.

4º. Los distintos levantamientos protagonizados por las instituciones catalanas contra su legítimo rey, en los siglos XVII y XVIII, terminarían con enormes pérdidas humanas, económicas y territoriales para Cataluña.

5º. La Transición Española y, finalmente, la Constitución Española de 1978 fue abrazada por una inmensa mayoría de los ciudadanos catalanes, en donde más del 90% de los votantes lo hicieron a favor.

5º. Actualmente Cataluña es uno de los territorios más dinámicos de España, pero lo es precisamente por el hecho de pertenecer al Estado Español. Su salida tendría unas consecuencias desastrosas para España, pero sobre todo las tendría para Cataluña y, obviamente, para sus ciudadanos.

Ver la primera parte.


Dr. Ignacio Ruiz Rodríguez
Catedrático de Historia del Derecho y de las Instituciones
Universidad Rey Juan Carlos