«La educación universitaria: innovación y creatividad» (2 de 2), Eva Aladro #frentealespejo

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Una de las cosas que distingue a las naciones de alto nivel educacional es su cambio de valores. No se trata de países muy dominantes política o financieramente, ni de potencias económicas globales.

Países como Dinamarca, Noruega o Finlandia entienden las prioridades de la vida humana de otro modo, menos competitivo, más pacífico y más armónico, y sobre todo, avanzan en la lucha por la liberación del potencial humano para crear. Esta es otra ‘liga’ en la que muy pocas naciones compiten, y que granjea finalmente un alto grado de felicidad humana.

Como en cada persona en particular, lo más importante es alcanzar esa felicidad que proporcionan las cosas simples de la existencia. Ojo, que no son ni mucho menos fáciles de garantizar, y que quedan aseguradas tanto por un sistema social de apoyo al bienestar físico, como por una sociedad psicológicamente creativa, sana y activa.

Ello implica no valorar en exceso la ambición económica o la potencia financiera, y sí dar mucha importancia a la calidad de la vida individual asociada a la tranquilidad y a la amplitud de márgenes de acción. El conocimiento de alto nivel, la enseñanza universitaria, amplían nuestros márgenes de acción y de vida.

«El conocimiento, la enseñanza universitaria, amplían nuestros márgenes de acción y de vida»

La educación revolucionaria de hoy en día se vincula directamente a la capacidad libertadora de las prácticas en los centros de enseñanza, de manera que nuestros aprendizajes nos retrotraigan a vivir felizmente nuestra libertad humana, disfrutando de ella y descubriéndola en cada actividad. Algunos autores esenciales han afirmado que el ser humano tiende por sí solo a la autorrealización, es decir, a desarrollar por sí mismo, una vez que tiene las condiciones precisas, sus potenciales de creación, cooperación y comunicación con el mundo.

Así, el desarrollo de la creatividad y de la capacidad innovadora, aunque no resulte una competencia educativa de inmediato beneficio profesional, es clave en el desarrollo de la educación del futuro.

Porque los individuos se ven enormemente premiados cuando trabajan en tareas creativas, que los realizan más allá de lo planificado o previsto. Cuando contribuyen con iniciativas innovadoras en sus sectores de trabajo, estos se transforman en aventuras apasionantes. Cuando conciben una vida profesional que no es necesariamente instrumental, económica o lucrativa, sino artística y creativa en sí misma, generan motivación intrínseca y disfrutan en su tarea profesional al igual que lo hacen en su tiempo de ocio.

Lo que a su vez hace desaparecer la idea limitadora o penosa de la tarea profesional y logra que aparezca una energía de disfrute y avance que es completamente diferente. Una sociedad donde se consigue que la educación libere ese potencial alcanza una nueva dimensión de desarrollo.

«Una sociedad cuya educación libera potencial alcanza una nueva dimensión de desarrollo»

La educación universitaria del futuro es un reto que tiene que ver con abandonar la mirada instrumental sobre la enseñanza y recuperar la idea del conocimiento como un bien en sí mismo. Conocer, comprender, asimilar e innovar son parte de la felicidad humana más básica. Se deben cultivar desde los niveles primarios de enseñanza, porque de ellos parte una idea no competitiva, armónica y fecunda de la educación y de la inserción en la vida social.

El fin último es respetar y proteger la capacidad humana de automotivación y de progreso infinito. Y las instituciones educativas nacieron y deben seguir anclándonos en esa misma perspectiva.


Eva Aladro Vico es profesora titular del Departamento de Periodismo y Nuevos Medios, en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid.

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