Ponga un camarero en su empresa… que sepa sonreír

ser camarero

Qué oportunidad perdida la de esta mañana al pedir un café en el bar y no oír ni un ‘buenos días’… Decía Kike Sarasola, fundador de los Room Mate, que no contrataba camareros, sino gente que supiera sonreír; luego ya se le enseñará lo de montar mesas y tirar cañas. Y es que es esta habilidad social la primera obligación de la profesión. La segunda es la de atender; y si no te gusta servir… pues mejor dedícate a otra cosa.  

Cuando se va por primera vez a un restaurante hay a algunos que les gusta dejarse aconsejar, porque quieren probar cuáles son sus mejores platos, o los que ellos creen que lo son. Y se encuentran con dos escenarios posibles: o bien el camarero lo tiene clarísimo y le canta las excelencias de la carta o lo que suele salir reseñado en las guías locales; o bien no se moja y responde aquello tan típico de que todo está muy bueno.

Básicamente, lo que necesitamos en ese momento es alguien que nos aporte una solución a nuestro conflicto, y no lo contrario. Lo que no puede hacer el camarero es volvernos a trasladar el problema, dejarlo ahí y escabullirse. Porque un restaurante, por muy modesto que sea, debería saber cuáles son sus mejores platos y sobre todo cómo venderlos. Si el camarero le pone pasión a la hora de contar lo buenas que están las croquetas de la abuela y todo el cariño que pone la cocinera a la hora de seguir la receta casera, seguro que ya tiene la mitad del trabajo logrado.

Y si después no están tan logradas, que a veces puede pasar, al menos tener la consciencia tranquila de que se ha hecho sin traicionar al manual. Otra cosa es que después el jefe se ponga a analizar qué ha pasado y valorar si son acertados sus platos o sus especialidades, la calidad de los ingredientes, si se apuesta por mercancía fresca o congelada, si los procesos son los indicados o se ha echado mano del microondas, si no se han tirado 20 minutos esperando en un rincón hasta que alguien se acordara de ellas para llevarlas a la mesa.

Un buen camarero debe tener estudiadas varias alternativas, porque no todos los clientes son iguales ni todos los días se compra lo mismo, ni es igual una comida que una cena o un picoteo: ‘Si le gusta la carne tenemos el mejor filete de kobe pero si es usted más de pescado no deje de probar nuestro besugo al horno’. Pero ya nos habremos mojado. Ya le habremos dado una solución o un par de alternativas a aquel problema que nos ha presentado nuestro cliente. ¡Evita a las personas negativas; siempre tienen un difícil problema para una sencilla solución!