«Salir del laberinto», Francisco Serrano #frentealespejo

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Más de una vez nos ha ocurrido que, cuando en una conversación alguien ofrece un dato, y no todos están de acuerdo, la inmediata reacción es utilizar el móvil, el navegador y la puerta de entrada al reino en el que está todo, Google.

Tenemos mucha información, pero no sé si tenemos conocimiento. Sabemos mucho y tenemos a nuestro alcance, de forma inmediata, lo que necesitamos. Pero la sociedad de la información es, al mismo tiempo, la sociedad de la desinformación y del desconocimiento.

A nadie le gusta que le digan que es un ignorante. Sin embargo, nuestra ignorancia es consecuencia de tres propiedades que caracterizan a la sociedad: el carácter no inmediato de nuestra experiencia del mundo; la densidad de la información; y las mediaciones tecnológicas a través de las cuales nos relacionamos con la realidad.

La sociedad en red está agudizando el contraste entre lo que se puede saber y lo que se debe saber. Este hecho nos está conduciendo a una sociedad «del desconocimiento». En otras culturas, en otros momentos de nuestra historia, los seres humanos conocían poco, pero ese poco era todo lo que podían y debían conocer.

¿Eran esas sociedades más comprensibles y trasparentes que las nuestras? El progreso de la ciencia no hace más fácil la comprensión del mundo, sino más difícil; ya que el saber transforma la información en complejidad. Y en esta nuestra sociedad de la complejidad, aumentan los retos y los desafíos a los que dar respuesta.

«En esta sociedad nuestra de la complejidad aumentan los retos y los desafíos a los que dar respuesta»

¿Cuanto más sabemos como especie más se aleja nuestro mundo del sentido común? Otra cuestión que nos planteamos es que nuestro conocimiento es mediado, de segunda mano. Si sólo supiéramos lo que sabemos por nosotros mismos, sabríamos poco. Nos servimos de lo que los teóricos han denominado prótesis epistemológicas, de mediaciones. De modo que nuestro conocimiento está edificado sobre la confianza y la delegación.

La especialización y la fragmentación del conocimiento han producido un incremento de información que no va paralelo a nuestra comprensión del mundo. El saber de la humanidad se duplica cada cinco años. Desde la aparición de Internet tenemos más noticias que las que tenía el mundo desde el nacimiento de Cristo hasta ese mágico y tecnológico instante.

Somos menos sabios en relación con el saber disponible. El conocimiento exige visiones de conjunto que cada vez son más difíciles. Sabemos que todo está vinculado con todo, pero no sabemos por qué. La información no orienta. Es la escasez paradójica en medio de la abundancia. Vivimos en un mundo extraño del que estamos sobradamente informados. La información no distingue entre lo que tiene sentido y aquello que no lo tiene.

Vivimos en una sociedad que es más inteligente que cada uno de nosotros. Puede decirse que la humanidad, en su conjunto, es cada vez más sabia. Las pruebas de cociente intelectual revelan que el promedio mundial es cada año más alto. Pero el saber, en un mundo de expertos, ya no es una experiencia directa; el rumor es el entramado general del saber mediático.

«Vivimos en un mundo extraño, sobradamente informados: es la escasez paradójica en medio de la abundancia»

Todo el mundo ha experimentado la desesperación ante el incomprensible lenguaje del manual de instrucciones del aparato más sencillo, en lo referido a su función. Los gadgets de la sociedad contemporánea son «prótesis de lo que ya no se comprende», declaraciones de capitulación de la experiencia personal.

Vivimos en la esclavitud voluntaria de los usuarios. Uno se somete a lo que no entiende para usarlo. La comprensión ha sido sustituida por la aceptación, como ocurre en la economía y en la política. El usuario es un cliente de la simplicidad. El progreso no es potenciado por lo que lo seres humanos piensan, sino lo que les ahorra el pensar.

Y ahí estamos en medio del laberinto. Y ahí seguimos.


José Francisco Serrano Oceja es profesor de la facultad de Humanidades y CC. de la Comunicación de la Universidad CEU San Pablo.