Diez errores que arruinarán tu dieta de adelgazamiento

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Acaba el año, se presentan los buenos propósitos, pasan apenas tres semanas y empieza a cundir el desánimo. Es normal, pero con un poco de dosis de fuerza de voluntad y unos pocos trucos fáciles de seguir, se puede remontar el break point y empezar a cosechar los beneficios de una vida más sana y dinámica. Olmata está ahí para ayudar en el día a día a la hora de diseñar los menús más saludables en comedores colectivos.

El portal de vida sana Zen, perteneciente a Unidad Editorial (El Mundo), ha publicado un artículo sobre los errores más comunes que se cometen a la hora de ponerse a dieta, basado en los argumentos y explicaciones de las doctoras Marta Cuervo, profesora del grado en Nutrición Humana y Dietética de la Universidad de Navarra, y Elizabeth González, portavoz de la Asociación de Dietistas-Nutricionistas de Madrid (Addinma).

Si has probado mil y una dietas, has empezado otros tantos regímenes alimenticios, pasando toda suerte de privaciones a la hora de sentarte a la mesa y nada, no consigues, ni de lejos, perder el peso deseado… ¿De qué sirven todas esas privaciones (el pan, la cerveza, los helados…) si no están acompañadas de una mísera gratificación en báscula?

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Errores más comunes

En realidad, lo que sucede es que a menudo todos cometemos ciertos errores con la dieta, cuyas repercusiones pueden ir desde un sencillo progreso más lento en sus objetivos, hasta conseguir justo lo contrario: aumentar de peso. Veamos cuáles son los más comunes:

  1. Seguir “el régimen de un amigo”.
    «Lo básico para que una dieta funcione es que sea personalizada», afirma Cuervo tajante. «Es muy común seguir el menú ‘milagro’ que propone una revista o si conocemos a alguien que ha perdido mucho peso inmediatamente le pedimos su plan de comidas. ¿El problema? Que lo que le ha funcionado a tu conocido no tiene el mismo efecto en nosotros, con la consecuente frustración», corrobora González. Para perder peso de forma saludable, segura y duradera es fundamental consultar con un especialista quien tendrá en cuenta «nuestro estilo de vida, horarios y apetencias».
  2. Saltarse alguna de las comidas.
    Dejar de desayunar o irse a la cama sin cenar tampoco funciona. «Si nos saltamos alguna comida llegaremos a la siguiente ansiosos y con un hambre desmedida con lo que es más fácil que sucumbamos con productos calóricos, poco saludables y que provocan un pico de glucosa en nuestra sangre, con lo que volveremos a tener hambre al poco tiempo», explica la portavoz de Addinma. Al contrario, lo recomendable para adelgazar es hacer más de tres comidas al día. «Completar desayuno, comida y cena con un tentempié a media mañana o con una merienda saludable», recomienda Cuervo. De esta manera llegaremos a nuestra cita con el frigorífico con menos ansiedad. El número de ingestas recomendables al día variará en función de nuestro horario, costumbres y estilo de vida.
  3. Pesarse todos los días.
    Estamos a dieta y es normal que queramos ver progresos. Sin embargo, obsesionarse con la báscula es contraproducente. «Tengo gente en consulta que se pesa hasta dos veces al día y llega a conclusiones tales como ‘acabo de tomar una ensalada de pepino y peso más, eso es que el pepino me engorda’», rememora González. «Adelgazar no consiste en pesar menos, sino en perder grasa», explica la profesora de la Universidad de Navarra. «Igualmente, si bebo medio litro de agua y automáticamente me peso, la báscula marcará medio kilo más pero el agua ni engorda ni adelgaza -otro mito muy extendido- pero, desde luego, es necesario y saludable beberla».
  4. No realizar ningún tipo de actividad física.
    De la misma manera que hay que acompañar el ejercicio de una dieta adecuada, un régimen debe complementarse con algo de actividad física. «Si no, la pérdida de peso se deberá a la pérdida de masa muscular y no de grasa. Si hacemos alguna actividad física, no hace falta que sea intensa, preservaremos nuestra masa muscular y la pérdida de peso será a costa de la grasa acumulada», detalla la profesora Cuervo.

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  1. Comer sólo alimentos ‘light’.
    Un producto para ser etiquetado como ‘light’ debe contener un 30% menos de calorías que el producto de referencia. Por ejemplo, la mayonesa contiene 900 calorías por cada 100 gramos, si optamos por la mayonesa ‘light’ estamos consumiendo 600 calorías, menos que con la mayonesa tradicional, sí, pero lejos de nuestros objetivos para bajar de peso. Además, en muchos casos, esa falta de grasa se compensa con azúcares añadidos. «Por lo que, en algunos casos, el producto bajo en calorías es más perjudicial que el de referencia», apunta González. Algo que también ocurre con algunos productos desnatados. «Debemos optar por productos desnatados que además sean edulcorados o que no contengan azúcares añadidos», recomienda Cuervo.
  2. Adelgazar con productos integrales.
    El error está en considerar que son menos calóricos que los productos refinados. «Ciñéndonos al aporte de calorías aportan tantas o incluso más que los blancos», asegura Cuervo. «Ahora bien, son más saciantes y mejoran el tránsito intestinal por lo que son mucho más saludables».
  3. Renunciar a los hidratos.
    Es el enemigo número uno de cualquier dieta. Lo primero que se deja de lado cuando queremos perder peso. En opinión de las expertas, renunciar a cualquier grupo de alimentos no tiene sentido. Incluidos los hidratos. «Prácticamente ningún alimento es ‘puro’, todos están compuestos por parte de hidratos, proteínas, grasas…», asegura la portavoz de Addinma. Por eso mismo, las expertas desprestigian las dietas disociadas, esas que promulgan que no se pueden mezclar hidratos con proteínas, etcétera. Lo que no quiere decir que nos lancemos a tomar pasta. «Es recomendable optar por hidratos de bajo índice glucémico -la velocidad a la que sube el azúcar en sangre tras tomarlos- como los cereales integrales y la verdura. La fruta, también, pese a tener sacarosa aporta mucha fibra», opina Cuervo. ¿Y qué pasa con el pan? «El pan por sí mismo no engorda, engorda aquello con lo que lo tomas. No hay alimentos que por sí mismos sean buenos o malos sino patrones dietéticos no adecuados».
  4. No darse ningún capricho.
    La profesora de la Unav es tajante: «Una dieta en la que no se permite ningún capricho está condenada al fracaso. No olvidemos que el objetivo de un régimen es que se cumpla. Para una persona que toma cerveza todos los días pasar a consumirla sólo dos ya es todo un éxito». «Las dietas tiene que programarse de forma que la persona pueda seguir teniendo vida social. Que si tiene un desayuno de trabajo o una cena con amigos no tenga que quedarse condenado en casa. Así, es prácticamente seguro que abandonará el régimen», explica González.
  5. Pasarse con el aceite.
    Todos hemos escuchado hablar de las bondades del aceite de oliva, tanto que hay quien olvida que se trata de un producto muy calórico. «El aceite de oliva tiene muchísimas propiedades beneficiosas pero no podemos pasar por alto que es 100% grasa», afirma Cuervo. «Hay que tomar aceite, es muy beneficioso, pero controlando las cantidades. Sólo con esto, ya reduciremos mucho la grasa en la dieta».
  6. Vigilar las cantidades.
    No se trata de obsesionarse y pesar todo lo que comemos pero sí ser conscientes de las cantidades. «Tengo pacientes que afirman no entender por qué engordan si únicamente comen legumbres. La pregunta es cuánta comen», reflexiona la profesora de universidad. Ahora sí, se acabó seguir un régimen tras otro. Consulte a un especialista y no olvide concederse un capricho.

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