Ya están aquí las cestas de Navidad

gomel Cestas Navidad

¡Cómo pasa el tiempo! Aún tengo algún hueso en la nevera para el caldo del último lote navideño, y ya hay que ir afilando el cuchillo jamonero de corte fino y sacando la tabla sujeta jamones. Y como todos los años, Gomel ha realizado con esmero la campaña de cestas para El Corte Inglés, que incluye todas la teatralización y las sesiones fotográficas, composición de las revistas y folletos, así como su arte gráfica y visual. ¡Qué rico parece desde aquí!

Gomel realiza los distintos catálogos de Cestas y Lotes de Navidad de El Corte Inglés e Hipercor, tanto para empresas como para tienda. Además, se realizan versiones para Canarias y un catálogo específico para Aragón y Cataluña.

Gomel se encarga de la dirección artística, toda la producción fotográfica de los bodegones que ilustran los catálogos y la edición, maquetación y retoque digital de los contenidos. Un gran reto en las labores de producción y estilismo para dar el mayor atractivo a las composiciones de las cestas y lotes.

Adivina adivinanza: las hay modernas, clásicas, atrevidas, divertidas y hasta delicatessen. Consiguen causar una indescriptible alegría en quién las recibe… y quizás hasta una ligera satisfacción en quien las regala. Aparecen cuando se acerca fin de año y con él llegan… ¡las cestas navideñas! Ese artículo ha evolucionado tanto, que hoy en día se ajusta a todo tipo de presupuestos y a cualquier gusto y preferencia. Incluso ya no se reserva solo para las navidades: hay muchos otros motivos que lo merecen como una jubilación, un lanzamiento comercial, un aniversario de boda, un recién nacido, o una puesta de largo.

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¿De dónde procede la tradición de regalar cestas de Navidad, en Navidad?

Podría suponerse que no es una costumbre muy antigua, que surgiría a la par que el aguinaldo a porteros y serenos o la paga extra de Navidad, pero es una tradición incluso anterior a la del Belén. Los romanos ya practicaban las “Saturnalias” por estas fechas del solsticio cuando la elíptica del Sol comienza su acercamiento a la Tierra (vista desde la perspectiva humana, claro). Entonces era muy común usar bandejas de mimbre o esparto entretejido para portar alimentos a la mesa, generalmente frutas y dulces. Eran las sportula.

Con la llegada del cristianismo, la transición entre las Saturnalias (el 17 de diciembre y durante una semana) y la celebración del nacimiento de Jesús (la Nochebuena y el 25 de diciembre) no fue tan traumática, pues se siguieron manteniendo la costumbre pagana de reunirse los familiares y amigos para celebrarlo con un gran banquete decorando la casa con velas, adornos y regalos. Y por supuesto, intercambiándose la sportula. Estas eran sus “cestas de Navidad”, repletas de hojas de laurel, ramitas de olivo, higos secos y otros alimentos, a veces incluso un mensaje de buenos augurios grabado en una lamparita. Entre la working class romana que no era esclava, existía también la convención de ir a ver al patrón ese día señalado a presentar sus respetos, el salutatio matutina; a cambio se solía volver con una sportula. Lo mismo ocurría con los inquilinos al corriente de pago con sus arrendadores, y los pensionados con su patrocinador. Más tarde, se sustituyó por la entrega de una pequeña cantidad de dinero, cien quadrans (el stranae); otros autores refieren que era un haz de leña del bosque de Strena lo que se daba. Poco a poco, el término espórtula se destinó a cualquier regalo, donación o recompensa.

En el Reino Unido, la tradición del “hamper se celebraba al menos desde 1860 que se publicó la novela A Christmas Hamper de Mark Lemon, seguida por otra en 1872 de M. J. H. Hollings, The Christmas Hamper. Hamper era una la cesta de comida o Christmas-box que se regalaba —tradición conocida como Boxing Day o Día de las Cajas—. Sobre todo a partir de la I Guerra Mundial, la mayoría de los grandes almacenes tipo Fortnum & Mason, Harrods, Selfridges o John Lewis ya ofrecían un amplio surtido de cestas de Navidad en sus departamentos de Alimentación.

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En España, a finales del s. XIX se comenzó a regalar una cesta por Navidad en algunos ministerios a su personal adscrito, costumbre que no se extendió al sector privado hasta los años 50 del s. XX. Del mismo modo, otras compañías comenzaron a regalar un surtido de productos a clientes señalados como acción de relaciones públicas, mucho antes de las “cenas de empresa”.

En la actualidad se ha abierto un abanico de posibilidades, valiendo cualquier tipo de detalle. Por eso, de la tradicional cesta de mimbre, se ha pasado a baúles, cajas, paquetes o sobres, según el contenido. Si bien es cierto que la costumbre se vio resentida por la crisis económica a partir de 2008 (cayendo a la mitad), parece que desde hace dos o tres años ha vuelto a recuperarse, y su repunte sin duda se interpreta como un indicador del mercado laboral español.

Entre los productos estrella que no deberían faltar en una cesta se incluyen dulces navideños (turrón, mazapán, peladillas…), queso y embutidos (chorizo, salchichón, lomo…), viandas (latas de conservas, patés…) y algunas botellas (vino, sidra, cava, güisqui…), presididas en muchos casos por una pata de gorrino curada. Pero muchas veces las empresas optan por sacrificar la mayoría de ellos para concentrar todo su valor en un elemento principal, generalmente un buen jamón (pierna o paleta, ibérico o serrano, de bellota o de recebo, gran reserva o de bodega…). Otras se da la opción de elegir entre dos o tres regalos similares en precio pero de muy distinto signo. Y después está la exagerada mega cesta del restaurante Mariano, un bar de carretera ubicado en la localidad de Calamocha (Teruel), que comenzó hace más de una década con una curiosa rifa a 10 euros la papeleta y ahora ya va por los 500.000 euros de valor (100.000 euros más que un décimo del Gordo), incluyendo un desde un apartamento en primera línea de playa, varios coches (entre los que se encuentra un Tesla), un viaje sorpresa valorado en 11.000 euros, pasando por media docena de jamones de bellota o la adquisición de hasta cuatro lingotes de oro de un kilo cada uno, más uno de 250 gr para el pago de los impuestos (sí, las cestas que te tocan en una rifa tributan como ganancia patrimonial).