Igualdad de oportunidades
- La ambición profesional.
- La autopromoción.
- La igualdad de oportunidades.
- La diversidad e inclusión.
- La brecha entre hombres y mujeres en altos cargos sigue aumentando y los hombres continúan copando los puestos de dirección (82%). A pesar de ello, las mujeres expresan tener la misma ambición que los hombres para estos puestos, pero sólo un 13% de ellas aspira a ser directora general frente al 20% de los hombres.
- El 44% de las mujeres siente que no tiene la oportunidad de autopromocionarse y expresar sus ambiciones en el lugar de trabajo, a diferencia del 37% de los hombres; incluso, a la hora de comunicar sus ambiciones, la confianza de las mujeres se reduce cuando su superior directo es un hombre.
- El 77% de los hombres piensa que la igualdad de oportunidades entre géneros sí existe, frente al 51% de las mujeres. El 47% de mujeres cree que no están remuneradas de forma equitativa con independencia del sexo frente a sus compañeros con sus mismas capacidades. Solo un 25% de los hombres opina lo mismo.
- El 94% de las mujeres cree que es importante tener trabajo flexible en la empresa y, a pesar de que la conciliación laboral-familiar sigue siendo un tema mayoritariamente femenino, parece que esa flexibilidad favorece el aumento de mujeres en posiciones directivas, puesto que el 68% de las mujeres y el 61% de los hombres creen que la flexibilidad ha aumentado mucho o en cierto grado esta presencia en las empresas.
Todavía no es suficiente
De hecho, Inspección de Trabajo detecta y sanciona pocas situaciones de discriminación femenina en lo que a igualdad de oportunidades laborales se refiere. En 2017 castigó a 135 empresas y recaudó 772.000 euros; el año anterior a 81. Son, apenas, el 0,1% de todas las sanciones laborales que pone. Centésima arriba o abajo, el porcentaje se mantiene en ese nivel tan bajo desde 2007, cuando tras aprobarse la Ley de Igualdad, se duplicó.
¿Por qué es tan baja la cifra? se pregunta El País. Inspectores, sindicatos, expertos y las diferentes administraciones lo achacan a las dificultades para detectar las discriminaciones indirectas, la escasez de recursos, la falta de denuncias y la necesidad de más formación.
Pagar menos a una mujer que a un hombre en el mismo puesto de trabajo y categoría laboral es ilegal desde 1980. Esa discriminación directa es muy difícil de encontrar, explica Fermín Yébenes, portavoz de la Unión Progresista de Inspectores de Trabajo. La brecha salarial es otra cosa, es el producto de situaciones de desigualdad que se dan en el mercado laboral y que en muchas veces hasta son legales.
Por eso, explica a El País, para ellos es difícil actuar sobre ella y reducirla. Señala que empieza a generarse en los propios convenios de trabajo «por los empleos feminizados». Este inspector, con 25 años de experiencia, pone el ejemplo de los convenios de limpieza: «La mujer que pasa la mopa cobra menos que el señor que limpia los cristales o va subido en la carretilla de limpieza, y no es un trabajo distinto ni necesita más formación».