Los que vivimos y trabajamos en Madrid nos hemos acostumbrado, desde hace tiempo, a ver una boina negra de contaminación en el horizonte de la capital. Por ello muchos nos sorprendimos cuando, a principios de abril, circularon por la red fotos de un skyline capitalino impoluto, y con la sierra perfectamente visible entre los edificios; algo que muchos no hemos visto desde hace años… O nunca.
Esta nueva imagen de Madrid se debe a que llevamos confinados en casa desde el 13 de marzo para evitar la propagación del coronavirus. De hecho, solo en Madrid y Barcelona, el tráfico de vehículos descendió un 60% tras la primera semana de confinamiento.
Con el parón de la actividad general parece que el medioambiente de todo el planeta se ha recuperado de años de polución en apenas unas semanas.
Especialmente destacable es el ejemplo de China, país de origen de la pandemia, y una de las naciones más contaminadas del mundo, donde en un solo mes se redujo la emisión de CO2 en 200 millones de toneladas. O, lo que es lo mismo, una cantidad equivalente al dióxido de carbono que absorben 400 millones de árboles al año, según la web de seguimiento climático ‘Carbon Brief’.
Aunque en un principio todo ello nos puede parecer buenas noticias, no hay que olvidar que ha sido el coronavirus y el confinamiento los que se han encargado de limpiar la contaminación en la Tierra. Cuando es algo de lo que deberíamos encargarnos nosotros. Una lección que tenemos que aprender pronto, ya que las autoridades de todo el mundo están empezando a suavizar las medidas de contención.
En este sentido, es fundamental que no se repita la misma situación que sobrevino a la crisis financiera de 2008, cuando las emisiones de gases contaminantes crecieron a medida que la actividad económica se iba recuperando.
¿Cuál es la situación a este dilema? Como comercializadora que suministra energía 100% verde procedente de fuentes naturales, en Kipin Energy proponemos una vuelta a la rutina normal, apoyada por modelos energéticos renovables y respetuosos con el medioambiente.
Para ello tenemos que vencer los estereotipos de que la energía verde es más cara respecto a la tradicional, y dar a conocer los beneficios que significa no solo para el planeta, ya que también supone una mayor eficiencia del gasto para empresas y particulares.
Tenemos motivos para ser optimistas, pues la mitad de la energía generada durante el pasado mes de marzo en nuestro país fue de origen renovable. Pero todavía está por ver si el descanso que hemos dado al planeta se mantendrá estable.
Es una responsabilidad que debemos tomar tanto las empresas como la sociedad en general, y que se puede demostrar en pequeños actos del día a día, como coger el transporte público en vez del coche, si no es necesario; o contar con fuentes de energía verde para la oficina.
Si todos seguimos este compromiso, habremos dado un gran paso. Y demostremos juntos que no haca falta estar confinados para cuidar y respetar el planeta.
Guillermo García-Baragaño es director general de Kipin Energy.