«Responsabilidad social corporativa: un compromiso de todas las empresas», Yolanda Beltrán #frentealespejo

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Iré al grano: el desarrollo sostenible y la responsabilidad social corporativa ya no son ideales novedosos ni restringidos al ámbito de las grandes multinacionales, sino mandatos concretos que deben guiar la actuación de las empresas. De todas.

El respeto a la dignidad de todas las personas, a los derechos de los trabajadores, de los consumidores, el cuidado del medio ambiente y el entorno social afectado por la actividad de la empresa –de toda empresa–, debe ser el marco natural de su actuación como agente económico.

La primera exigencia de una empresa responsable pasa necesariamente por el cumplimiento de la normativa, con especial respeto a los derechos de trabajadores y trabajadoras; no me refiero a mínimos sobre los que huelgan comentarios –salario, jornada, vacaciones…– o la evitación de cualquier forma de discriminación; sino a dar un paso más prestando atención a las necesidades específicas de las personas: acceso al mercado laboral de colectivos con dificultades de inserción (minorías, inmigrantes, jóvenes sin formación, personas con capacidades especiales…), conciliación familiar, maternidad, cuidado de niños y ancianos, etcétera.

«Una empresa responsable ha de cumplir la normativa, con especial respeto a los derechos de trabajadores y trabajadoras»

En segundo lugar, creo oportuno destacar las conductas medioambientales responsables, procurando que la gestión sea respetuosa de principio a fin, desde la utilización de productos específicamente concebidos desde el cuidado (en nuestro caso la norma 5Free; esto es, que nuestros productos no contienen tolueno, formaldehído, ftalatos, resina de formaldehído o alcanfor) a la protección de animales como sujetos de experimentación.

Finalmente, creo que la empresa responsable debe ir más allá de los aspectos inherentes a la actividad y aprovechar su capacidad transformadora del entorno contribuyendo a la mejora de la sociedad. En este sentido, debe quedar muy claro que la RSC no debe identificarse con solidaridad o sentimientos nobles, sino con la justa reciprocidad que las empresas debemos a una sociedad diversa y compleja de la que todos formamos parte.

Porque somos deudores y porque la responsabilidad es enorme, siempre he creído que lo más útil es empezar a saldar esa deuda empezando por los más vulnerables, por aquellas personas que más sufren las «ineficiencias» del sistema.

Cada empresario, aplicando su código ético y las líneas de actuación trazadas en función de sus posibilidades y circunstancias concretas, será quien defina los ámbitos de su actuación. En mi caso hay dos realidades que desde hace años han llamado mi atención: niños y animales, sujetos especialmente vulnerables que sufren como ningún otro los efectos de la enfermedad, la soledad, el maltrato o el abandono.

«Cada empresario –según su código ético y sus posibilidades y circunstancias–, será quien defina los ámbitos de su actuación»

No tendría mucho sentido enumerar en estas líneas las iniciativas llevadas a cabo por Nails Factory en materia de RSC, pero sí es obligado aprovechar la oportunidad para dar las gracias a las entidades y proyectos en los que hemos aportado nuestra pequeña contribución: Médicos sin Fronteras, Plan España, Fundación Pequeño Deseo, programa Stop Bullying contra el acoso escolar, acciones de formación y de mentoring promovido por Youth Business Spain, AXLA, ACUNR, entre otras muchas iniciativas que nos han dado la oportunidad de contribuir a ejercer nuestra responsabilidad como empresa.


Yolanda Beltrán es la fundadora de la franquicia de centros de manicura y pedicura Nails Factory, con más de 150 unidades operativas en toda España.