«Inquietudes, RSE y fantasmas de la pyme», Antonio Javierre #frentealespejo

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Hace ya 17 años, en mi empresa iniciamos los primeros pasos para gestionar la Responsabilidad Social Corporativa y/o Empresarial (RSC/RSE). Soy consciente de que muchos de vosotros habréis oído hablar de esto en los últimos años, como algo necesario para que este mundo sea ordenado, justo y más humano.

Se presenta este modelo de gestión como algo positivo para el crecimiento de empresa a largo plazo. Porque tiene en cuenta las necesidades y puntos de vista de los grupos de interés o stakeholders; es decir, a quienes pueden afectar o influirles las actividades de una empresa. En resumen, comercializamos productos y servicios de acuerdo a las inquietudes de éstos, y no solo en función de nuestros intereses como empresa.

En general, la filosofía de la RSE viene a decir que los recursos de la empresa, sean estos económicos, humanos o de cualquier otra índole, deben ser gestionados bajo una serie de principios y valores que generen impactos positivos en todas las áreas de nuestro entorno inmediato. Es decir, hacia personas, entorno natural, y sociedad en general.

«Los recursos empresariales deben gestionarse bajo principios y valores que generen impactos positivos en el entorno»

Además de esto, la RSE implica una atención especial a la integridad del directivo. Es decir, un rechazo de toda acción empresarial vinculada a corrupción y/o soborno. O dicho de otro modo: tolerancia cero hacia estas prácticas de la contratación.

Añadido a lo anterior, para que una empresa pueda ser considera “responsable” debe informar periódica y públicamente sobre sus compromisos responsables, sus objetivos anuales de responsabilidad social, y los resultados de la gestión realizada mediante indicadores; sean estos positivos ó negativos. De todo ello dejo información detallada al final de mis palabras.

La cuestión es si todo lo anterior es, a día de hoy, una inquietud real y prioritaria de las pymes en nuestro país. O por el contrario las prioridades son:

  • Mejorar procesos para vender más.
  • Hacer cada vez más rentable la actividad.
  • Crecer como empresa e incluso procurar no desaparecer.
  • Salvar las barreras de contratación frente a las grandes empresas.
  • Pagar a empleados, Seguridad Social, Autónomos, Agencia Tributaria y facturas cada mes.
  • Atender todas las normas regulatorias.
  • Etcétera.

El dilema presentado no es cosa menor, y debería estar en mente de todas aquellas empresas que han nacido para atender una necesidad de mercado, en comercialización de productos o servicios, y tienen inquietud de permanecer en su sector muchos años.

Desde todos los ámbitos institucionales, incluso de alcance internacional (ONU, EU, gobiernos nacionales…) se reciben cada vez más señales en forma de iniciativas humanitarias, directivas, reglamentos, legislaciones… que promueven y exigen atender, no solo obligaciones mercantiles como empresa, sino la observancia de principios y valores humanos, respeto al entorno natural, lucha contra y rechazo de la corrupción, integridad y, en general, un ejercicio de transparencia en la gestión.

Aquí se plantean nuevas cuestiones para pymes y micropymes:

  1. ¿Es posible y viable combinar y atender todas estas prácticas, y a la misma vez atender las obligaciones cotidianas del día a día?
  2. ¿Cuáles son los efectos y beneficios que obtendremos?

En mi opinión, la respuesta a la primera pregunta es sí, rotundamente sí. Es posible y viable incluso para una micropyme. Se puede demostrar con datos históricos reales. Y no solo eso, sino que los resultados de todas las áreas de empresa –sean económicos, de recursos humanos, ambientales y reputacionales– hacen de la pequeña empresa una organización avanzada y con garantías de permanencia en el mercado.

«Pymes y micropymes deben acercarse a la RSE para ser verdaderas empresas del siglo XXI»

Como conclusión, y sin miedo a equivocarme, diré que muchas de las pymes y micropymes que lean esto están gestionando –sin saberlo– una RSE, solo que no son conscientes del potencial que tiene ocuparse de áreas consideradas habitualmente superficiales: recursos humanos, medioambiente, integridad, transparencia y cumplimiento (compliance).

Mi humilde consejo es que reflexionen sobre su futuro; se pregunten qué quieren ser de mayores; que identifiquen cuál es el camino más seguro para conseguir los objetivos; y por último, que se acerquen a la RSE como iniciativa que dará respuesta a la mayoría de cuestiones para lograr ser una empresa del siglo XXI.


Antonio Javierre (@javierre_es) es director general de Excavaciones Javierre y presidente del Scientific Committee Spanish #CSR Congress.

Para informarse sobre la RSC/RSE:

www.pactomundial.org/global-compact/

www.globalreporting.org

www.un.org/sustainabledevelopment/es/objetivos-de-desarrollo-sostenible/