La mitad de los hogares españoles tiene difícil llegar a fin de mes

hogares españoles

Según la Encuesta Continua de Hogares (ECH) y la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) del INE, casi 10 millones de hogares en España –esto es, el 53,7%– manifiesta algún tipo de dificultad para llegar a fin de mes. Este porcentaje se ha incrementado 1,7 puntos con respecto al año anterior, cuando alcanzó el 52%. En este contexto, el empleo sostenible se alza como la principal herramienta para combatir, no solo las dificultades económicas de las familias, sino también la desigualdad social que de ella se deriva, impactando en áreas como la calidad de vida, la seguridad o la salud de las personas, que sí son indicadores de bienestar social. 

Este próximo 20 de febrero de 2020 se celebra el Día Internacional de la Justicia Social. En este contexto y, por cuarto año consecutivo, la Fundación Adecco presenta el informe Un Empleo contra la Exclusión, con el objetivo de subrayar la importancia del trabajo como elemento primordial para reducir la pobreza y la exclusión social, así como dignificar la vida de las personas.

Según la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) elaborada por el Instituto Nacional de Estadística, un 53,7% de los hogares nacionales manifiesta algún grado de dificultad para llegar a fin de mes. Este porcentaje, aplicado al número total de hogares en España aportado por la Encuesta Continua de Hogares (ECH) -18.535.900-, da como resultado que 9.953.778 hogares en nuestro país atraviesan dificultades económicas. Concretamente, un 10,4% declara terminar el mes “con mucha dificultad”, un 15,9% “con dificultad” y un 27,4% “con cierta dificultad”.

Radiografía de los hogares españoles

El porcentaje, además, ha experimentado un ligero aumento durante el último año, del 1,7% (del 52% registrado en 2017 hasta el 53,7% de 2018, última cifra disponible).


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«El crecimiento de variables macroeconómicas como el PIB no conlleva necesariamente una reducción de la pobreza, ya que dichas dimensiones no miden el bienestar social real. Así, ciertos segmentos de la población tradicionalmente más vulnerables no se benefician a corto plazo del crecimiento económico y se convierten en víctimas de la brecha social», ha declarado declara Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco.

En este contexto, el empleo sostenible se alza como la principal herramienta para combatir, no solo las dificultades económicas de las familias, sino también la desigualdad social que de ella se deriva, impactando en áreas como la calidad de vida, la seguridad o la salud de las personas, que sí son indicadores de bienestar social.

El reto es que grupos de población como personas con discapacidad o mayores de 55 años parados de larga duración no solo accedan al mercado laboral, sino que tengan garantías de consolidarse en el mismo y tener una vida digna.

Antídoto contra la pobreza

Si existe un actor que cobra protagonismo en la generación de empleo sostenible para todos, es el tejido empresarial. Las empresas, como agentes sociales que crean empleo y riqueza en nuestro país, tienen ante sí la gran responsabilidad de implicarse en este reto de primera magnitud.

Como indica Francisco Mesonero: «Ha de estar en la agenda de todas las compañías que, alineándose con la erradicación de la pobreza marcada por los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), apuesten por políticas de diversidad e inclusión, que eliminen la discriminación en los procesos de selección y valoren la diferencia como elemento enriquecedor y de competitividad».

Además, el directivo añade que las empresas «tienen ante sí el reto de diseñar estas estrategias en un momento de gran incertidumbre y polarización social, que les obliga a avanzar lentamente, dando pasos a medida que van encontrando el consenso social. Sin embargo, hay que actuar con convicción, con la motivación de que es positivo, no solo para aumentar la competitividad de la empresa, sino también para reducir la brecha social».

Una prioridad empresarial

La exclusión social y la desigualdad son los grandes enemigos de España y, por tanto, adquieren un papel determinante en las estrategias de diversidad e inclusión de las empresas, que habrán de desarrollar acciones de inclusión sociolaboral que empoderen a los más vulnerables, así como otras iniciativas dirigidas a reducir las situaciones de desigualdad (por ejemplo, brecha salarial, empleo de las personas con discapacidad, accesibilidad, acoso y discriminación…).

En este sentido, “el tejido empresarial tiene mucho que decir en el marco de la Agenda 2030 y en los años venideros habrá de seguir avanzando para conocer mejor la realidad social, identificando proyectos y acciones a los que contribuir para reducir la exclusión y abordando de manera operativa situaciones de desigualdad en el contexto empresarial», resalta Mesonero.

Sin embargo, «no se trata únicamente de paliar desigualdades, sino de aprovechar la diversidad como factor que mejora la competitividad, al optimizar la relación con los principales grupos de interés: clientes, empleados y otros colaboradores», concluye el directivo de Adecco.