«Normas tecnológicas en casa: un ‘acuerdo digital familiar’», Eduardo Cruz #frentealespejo

¿Hasta dónde puede llegar la educación digital de los hijos? La irrupción tecnológica ha abierto una nueva puerta en la formación de los niños. Una situación totalmente disruptiva hasta ahora, ya que por primera vez los padres deben educar a sus hijos en una temática que es muy probable que los niños dominen más que los propios adultos.

Es innegable que hay una frontera digital que separa a menores de mayores. Mientras que los segundos se han ido formando tecnológicamente a lo largo de los años, los primeros prácticamente han nacido con una pantalla bajo el brazo. Se trata de un tema en el que se parte de diferentes posiciones y con el que no resulta sencillo encontrar un equilibrio común.

De hecho, el uso de las pantallas puede acabar siendo un foco constante de enfrentamientos entre padres e hijos. Pero el origen de ellos es que muchas veces no hay una política clara de su uso. ¿Se pueden utilizar los móviles en la mesa? ¿Qué aplicaciones pueden usar los menores? ¿Se cena viendo la tele? ¿Cuántas horas a la semana se puede jugar a videojuegos?

Cada familia es un mundo y la clave está en encontrar un equilibrio común entre todos. Hay que tener en cuenta que los menores empiezan a hacer uso de la tecnología cada vez a edades más tempranas y no existe una respuesta correcta para determinar cuándo es el instante perfecto para introducirles en el entorno digital, así que, más que preocuparse por el cuándo, hay que centrarse en el cómo.

«Por primera vez, los padres deben educar a sus hijos en una temática que es muy probable que los niños dominen más que los propios adultos»

Para ello es muy recomendable elaborar un acuerdo digital familiar, es decir, un documento con las reglas tecnológicas de la familia firmado por padres e hijos. El éxito del acuerdo reside en que las normas hayan sido consensuadas previamente por los progenitores y niños para que sean alcanzables por éstos.

Con unos objetivos asumibles a corto-medio plazo, el acuerdo se convierte para los pequeños de la casa en un reto que cumplir y al que se han comprometido con sus padres. Es un método para darle seriedad a un tema de capital importancia para su educación, aunque en el día a día a veces esté un poco de lado.

Además, es una forma muy sencilla de tender un puente hacia la comunicación padres-hijos. Muchas parejas no son conscientes de la vida online que llevan sus niños: qué redes usan, quiénes sus influencers favoritos, qué plataformas de vídeo consumen, por qué lo hacen, qué videojuegos prefieren, qué les llama la atención de ellos… Es algo que está muy generalizado a nivel social, también entre los adultos: una división entre la vida online y la offline. Sin embargo, la rama digital cada vez está más presente en nuestras vidas y no podemos construir una personalidad online al margen de la vida real.

«Muchas parejas no son conscientes de la vida online de sus niños: qué redes usan, quiénes sus influencers favoritos, qué plataformas emplean, qué videojuegos prefieren, qué les llama la atención de ellos…»

Con los menores esa simbiosis es más fácil de lograr a corto plazo. Su madurez y educación es progresiva y diferente. Por ello, el acompañamiento, la comunicación y los límites son imprescindibles para garantizar su bienestar digital y construir una personalidad online acorde a su vida real.

El mundo digital ofrece innumerables ventajas, pero también conlleva una gran responsabilidad, por lo que es fundamental que los padres actúen como referencias digitales en la vida online de sus hijos. Un acuerdo digital familiar no es una prohibición tecnológica, al contrario, es una forma de potenciar la eficacia del tiempo que los niños dedican a las pantallas y equilibrar así su vida online y offline.


Eduardo Cruz es CEO de Qustodio.