«Consejos para no acabar quemado en el trabajo», Henar Vega #frentealespejo

Henar Vega #frentealespejo

Cada día aparecen nuevos titulares sobre las cifras abrumadoras de trabajadores quemados. Y no es una exageración. Tengo una alerta puesta para que cada día me envíe un informe, y pone los pelos de punta. En este mundo, en el que el ritmo es vertiginoso, la cultura de la conectividad 24/7 se da por hecho y la exigencia profesional es cada vez mayor; tenemos el caldo de cultivo perfecto para que estos números no dejen de crecer.

Por si fuera poco, el síndrome del trabajador quemado es bastante escurridizo, porque suele hacer aparición de forma progresiva y con síntomas que pueden ser comunes a otras circunstancias: cansancio, negatividad, desconexión, sensación de incompetencia, falta de autoestima, etcétera. Esto hace que detectarlo sea costoso, y lo digo con conocimiento de causa. En 2018 pasé por ello y, aunque había estudiado el desgaste profesional y conocía su progresión, no supe detenerlo antes de estar completamente “en llamas”.

Desde entonces, he podido conocer muchas otras historias de personas que lo han superado, y he profundizado en diferentes estudios que tratan de arrojar luz sobre el burnout y su tratamiento. Hay muchos elementos a tener en cuenta, pero permíteme que comparta contigo algunos aspectos que, después de haber vivido y conocido muchos casos, suelen marcar la diferencia.

El primero de ellos, hacer un trabajo de autoconocimiento; que es imprescindible para alcanzar el bienestar. En los programas educativos no nos enseñan las habilidades y herramientas necesarias, así que esta tarea se torna algo compleja. Aun así, debemos dedicar tiempo a explorar quiénes somos. Durante meses, indagué profundamente sobre qué me impulsaba, cuáles eran mis valores, qué creencias me estaban haciendo daño, qué patrones aparecen ante situaciones de estrés, etcétera.

«El síndrome del trabajador quemado es bastante escurridizo, porque suele hacer aparición de forma progresiva y con síntomas que pueden ser comunes a otras circunstancias: cansancio, negatividad, desconexión, sensación de incompetencia, falta de autoestima…».

En mi experiencia y en la de otras personas que han pasado por ello, esta es la piedra filosofal para poder superar el burnout, y sobre todo, para no volver a recaer. Gracias a ello, ahora me conozco en profundidad y soy capaz de detectar las señales, para poder ajustar la fórmula de extinción y recuperar de nuevo el equilibrio ante las adversidades del trabajo o de la vida.

Otro punto interesante es darse permiso para cometer errores. El perfeccionismo y el control son dos agentes incendiarios. Sabemos que nadie es perfecto, y así se lo hacemos saber a cualquier amistad que pueda estar hundido por algún error, cuando tratamos de animarla. Sin embargo, para un perfeccionista controlador, y cuando se trata de uno mismo, el más mínimo error que se pueda cometer, por muy grande que sea la hazaña lograda, es una losa que carga durante varios días.

La gran mayoría de comentarios son alabanzas sobre lo conseguido, pero nosotros nos fijamos en el único nimio comentario que pone algo negativo. Y no, esa rumiación, no tiene como objetivo la mejora continua o la superación, es solo un machaque innecesario que no deja de dar vueltas en nuestra cabeza.

Así somos. Porque nuestro cerebro está perfectamente entrenado para atender a lo negativo o a aquello que puede ponernos en riesgo, simplemente por un aprendizaje de miles de años a favor de nuestra supervivencia. En estos casos, aconsejo tirar de humor, poniéndole un apodo burlón a dicha vocecilla molesta, para que podamos ridiculizarla cada vez que aparece para empañar un éxito conseguido. Y por supuesto, entrenarnos en el arte del “mejor hecho que perfecto”.

«Es interesante darse permiso para cometer errores. Porque el perfeccionismo y el control son dos agentes incendiarios. Sabemos que nadie es perfecto, como se lo solemos decir a cualquiera que pueda estar hundido por algún error, tratando de animarle».

Soy consciente de que esto es mucho pedir para un perfeccionista, pero es interesante planteárselo como un entrenamiento de pequeños pasos: prueba a no alinear perfectamente todos los elementos en una diapositiva en tu próxima presentación o a dejar el informe al 90% según tu perspectiva (habría que ver lo que es ese porcentaje para un perfeccionista…). Se trata de hacer pequeños experimentos para demostrarnos a nosotros mismos que el mundo no se acaba ante los fallos o la falta de perfección.

Y el último de los aspectos a destacar sería no olvidarse de desconectar. Silenciar el móvil, darse un paseo escuchando los sonidos de la naturaleza o meditar son solo algunos ejemplos que nos ayudarán en este proceso de desconexión. Estamos sumidos en una vorágine de rapidez y ruido, donde cada vez existen más tentaciones para nuestra atención; por lo que ser capaz de desconectar del mundo exterior y conectar con nosotros mismos se está volviendo un superpoder en nuestros días. En mi propio proceso, la meditación fue un elemento decisivo. Me enseñó a bajar revoluciones, a entrenar mi atención y, sobre todo, a escucharme muy fuerte; porque solo eliminando el ruido eres capaz de oírte con claridad y desde ahí, tomar acción.

En mi libro encontrarás la fórmula del extintor con todos los ingredientes y actuadores necesarios en la lucha contra el burnout. Sin embargo, estos consejos que comparto aquí fueron mi tabla de salvación, sin lugar a dudas. Si estás en estos momentos transitando por un burnout o lo ves acechando peligrosamente, espero que estas claves el apoyo necesario para mantener el equilibrio y evitar caer definitivamente “en llamas”.


Henar Vega es ingeniera, psicóloga, coach y autora del libro publicado por LID Editorial Trabajar en llamas.