«El drama de una economía que prescinde de su talento ‘silver’», Adolfo Ramírez #frentealespejo

Adolfo Ramírez #frentealespejo

El edadismo laboral, entendido como la discriminación que sufren los séniores, está presente en nuestro país. Al menos, según el Mapa de Talento Sénior 2021 del Centro de Investigación Ageingnomics de la Fundación Mapfre.

Afirmación que se sostiene a la luz del aumento del paro de los mayores de 55 años, la duración del desempleo de este colectivo o el aumento del trabajo autónomo y el emprendimiento como única vía para seguir en activo.

Esta discriminación por edad es, sin duda, un problema para los profesionales sénior. Pero en lo que se está convirtiendo realmente es en un drama para nuestra economía.

¿Puede una sociedad en momentos como los actuales, de crisis sistemáticas y cambios constantes, prescindir del talento y la experiencia de aquellos profesionales que han situado a nuestro país en los primeros lugares del mundo, en sectores como el financiero, el inmobiliario, el de la moda, el de las telecomunicaciones, el energético…? La respuesta es un no, obvio y contundente.

Algunas ideas parecen evidentes, pues todos hemos de arrimar el hombro. En el ámbito de las Administraciones, se deben establecer incentivos que permitan a los trabajadores desarrollar carreras laborales de mayor duración, y favorecer su permanencia en el mercado laboral tras cumplir su edad legal de jubilación; que no olvidemos que en términos generales data de principios del siglo pasado.

Además, se han de poner en marcha políticas activas de empleo que faciliten la formación continua y faciliten el transito tecnológico. Mientras se desincentivan los sistemas de jubilación anticipada, y por el contrario, se incentiva la contratación del empleo de valor independientemente de la edad, potenciando la gestión de relaciones intergeneracionales.

«La ley no debería impedir –no nos lo podemos permitir como sociedad– que ningún sénior que desee seguir trabajando lo haga».

En el ámbito de los trabajadores sénior, se requiere un mayor compromiso con el aprendizaje continuo, que les permita estar sistemáticamente preparados en un contexto de innovación y cambios continuos. Lo mismo que una mayor empatía con las generaciones más jóvenes.

Los profesionales nacidos antes de la llegada de la democracia a nuestro país han de mostrarse proactivos al cambio, favorables a la flexibilidad laboral, abiertos al emprendimiento y el trabajo como autónomos, que les permita seguir mostrando su talento y experiencia como un valor añadido.

Y también, ¿por qué no decirlo?, concienciarse de la necesidad de seguir trabajando, ante la nueva realidad demográfica.

Por lo que respecta a las empresas, las medidas a tomar deben ser fomentar la contratación de trabajadores sénior que cumplan con los requerimientos del puesto, y luchar contra el edadismo. Al tiempo que considerar esa etapa sénior en los planes de carrera de la empresa, evitando la “desconexión” temprana de los profesionales.

También ellas deben considerar la flexibilización de las condiciones de trabajo, y el promover las relaciones y colaboración intergeneracional, facilitando la transmisión de conocimiento desde los séniores a los jóvenes que se incorporan en la organización.

En otros países, existen nuevos modelos de carreras y contratos profesionales para los trabajadores en esta edad. Porque consideran la diversidad generacional como una fuente de competitividad para las empresas. De hecho, las empresas más exitosas del mundo poseen programas específicos para gestionar y desarrollar el talento sénior.

«La clave está en entender la nueva realidad que se ha producido como consecuencia de la longevidad y los cambios demográficos»

Por su parte, los representantes de los trabajadores –muchos de ellos, precisamente séniores– tienen que entender que, con la nueva pirámide poblacional, es imprescindible revisar los términos de vida laboral de los trabajadores de mayor edad, y buscar soluciones que realmente no perjudiquen el empleo de ni de los más jóvenes ni de los séniores.

La clave está, una vez más, en entender esta nueva realidad que se ha producido como consecuencia de la longevidad y los cambios demográficos. Y trabajar de forma colaborativa en todos los niveles en el novedoso modelo que requiere esta nueva economía.

Si lo dejamos al libre albedrío, terminará siendo un drama. En cambio, sí lo gestionamos con el propósito de aportar valor para todos, estaremos aprovechando una oportunidad histórica.

Por eso, y para potenciar todas las oportunidades de la “generación silver”, hemos fundado Vida Silver. Una iniciativa conjunta con la Institución Ferial de Madrid (IFEMA). Nuestro objetivo es convertir esta plataforma en el punto de encuentro de todos aquellos que quieran contribuir al desarrollo de nuestra generación. Con un evento anual que celebramos los próximos 25, 26 y 27 de noviembre en las propias instalaciones de IFEMA.


Adolfo Ramírez es impulsor de la “generación silver” y cofundador de Vida Silver.