«Si se puede medir, un algoritmo lo puede calcular», Elías Azulay #frentealespejo

Elías Azulay #frentealespejo

Mucha gente piensa que carezco de sentimientos por el hecho de “fabricar” algoritmos que miden las emociones. Nada más lejos de la realidad. No soy “una máquina insensible”, por decir que las emociones poseen una formulación sináptica y que nuestro cerebro es un tejido biológico.

Los que trabajamos en las emociones desde el plano biotecnológico nos emocionamos ante un descubrimiento y nos preocupamos por mejorar las condiciones de vida de mucha gente. Todavía recuerdo el escalofrío que recorrió todo mi cuerpo cuando recibí el reconocimiento institucional por la fijación del algoritmo que determina la alerta temprana de la enfermedad del Alzheimer. Les confieso que siento ese mismo cosquilleo ahora que tenemos al alcance de la mano la alerta temprana para la enfermedad de Parkinson. Por todo ello, me mantengo fiel a la siguiente premisa: “Si crees que algo va a ocurrir, actúa como si ya estuviese ocurriendo”.

Aquellos que nos dedicamos a estas cosas tan raras, podemos calcular lo que tardará una nube en descargar lluvia, medir el pico de contagios de la Covid que tendremos dentro de un par de meses o predecir cuántas mutaciones significativas del coronavirus SARS-CoV-2 quedan por aparecer. Entre todos hemos conseguido que la inteligencia artificial deje de ser una calculadora que nos dice lo que ya hemos hecho, para decirnos lo que seremos capaces de hacer.

«Hemos conseguido que la inteligencia artificial deje de ser una calculadora que nos dice lo que ya hemos hecho, para decirnos lo que seremos capaces de hacer»

Soy consciente de que el mundo de las emociones se nutre de gente deseosa de escuchar frases inspiradoras y de individuos que están dispuestos a lanzarlas, pero deben saber que las emociones son el resultado de cadenas combinadas de neurotransmisores liberados que se rigen por la expresión génica de cada individuo. No es otra cosa. Incluso aunque usted no crea lo que le estoy diciendo, son sus neurotransmisores los que le invitan a ello. Así que le puedo asegurar que ¡Usted es único! ¿No le emociona?

Pienso que la Biotecnología es apasionante. Sé que las emociones se pueden medir y que la inteligencia artificial posee una gran sensibilidad. Según lo veo yo, en los procesos de detección de las emociones, la IA que no trabaje bajo parámetros neurobiológicos se comportará como el filtro de una enorme cafetera.

Miren… en un proceso de selección donde se presentan 100 candidatos, 99 se quedan fuera. El resultado cuantitativo es idéntico si dicho proceso lo hace una persona o la inteligencia artificial. Solo había una vacante que cubrir. La diferencia radica en que, con IA el proceso dura un segundo, sin entrevistas, con total objetividad y con la máxima precisión.

¿Se imaginan saber la progresión profesional de una persona antes de incorporarse a la empresa? No lo imaginen. Lo estamos haciendo… Si lo puede imaginar, un algoritmo lo puede medir. De hecho, aunque le sorprenda, también puede medir su capacidad de imaginar.

Solo les digo que, si piensan que la IA se usa para discriminar a las personas por edad, género o estudios académicos, están equivocados. El mecanismo de un ascensor es mucho más complejo que todo eso.

«¿Imaginan conocer la progresión profesional de una persona antes de incorporarse a la empresa? No lo imaginen: lo estamos haciendo»

Gracias a la tecnología algorítmica y a la IA, actualmente sabemos cómo se comporta una persona, qué capacidades posee, qué habilidades tiene, qué competencias asume… Pero, sobre todo, qué ruta de aprendizaje requerirá para potenciarse. Todo esto lo sabemos sobre una persona a la que no conocemos, que nunca hemos visto y a la que probablemente nunca veremos. Desde mi punto de vista, se trata de un magnífico avance que deberíamos celebrar.

Pero el mundo empresarial, ¿está aprovechando estos avances? Todos sentimos curiosidad al respecto, pero aprovechar, lo que se dice aprovechar, creo que no. Soy de los que piensan que la ciencia y la empresa pueden generar grandes intersecciones más allá de las multinacionales farmacéuticas. Pienso que no deberíamos perder la oportunidad de utilizar la ciencia y la tecnología en nuestras empresas. En breve, será lo normal.

No estoy en contra de aquellos que piensan aquello de “Podemos conseguir todo lo que nos propongamos”. Más bien soy de los que creen que “El que no conozcamos todo lo que somos capaces de alcanzar, no implica que podamos alcanzarlo todo”.


Elías Azulay es investigador en Jacobson, Steinberg & Goldman ADNe Biotech y Premio 2018 Alerta Temprana en Alzheimer.