El milagro español

ONT trasplante-hospital

Aunque ha pasado un mes y medio de la celebración del Día del Donante de órganos, el pasado 9 de septiembre, nunca es tarde para celebrar la suerte de vivir en un país como España. La fortaleza y estabilidad del sistema español de trasplantes avalan el hecho de que los ciudadanos españoles que necesitan este tipo de intervención son los que más posibilidades tienen en el mundo de acceder al trasplante. Al finalizar 2016, más de 59.000 europeos estaban en lista de espera para un trasplante y 3.795 personas fallecieron a la espera de un trasplante.

Acostumbrados a estar en la cola de países de muchas listas de muchas cosas (educación, corrupción política, desempleo, investigación…), produce al menos cierto orgullo que cuando se trata de comparar el número de donantes de órganos ahí estamos los primeros. Pero esto, ¿es porque somos muy solidarios en materia de salud, o porque tenemos un modelo de gestión muy bien diseñado? ¿Es cierto que en algunos países hay más donaciones de pacientes vivos o nos superan en asistolia?

Bueno, para empezar y despejar cualquier duda, basándonos solo en estadísticas públicas mundiales, España encabeza desde hace mucho cualquier tabla. En especial en la de personas que acceden a donar los órganos de sus familiares (el porcentaje de negativas es solo del 16%), lo cual permite liderar el índice mundial con 43,8 donaciones por millón de habitantes (dato consolidado del año 2016, el 18,5% de las donaciones en la UE y el 6,6% de las 30.557 registradas en todo el mundo).

Los países que nos siguen lo son porque han recibido en los últimos años entrenamiento de técnicos de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), y han adoptado el modelo español (Croacia, Portugal, Italia, Reino Unido, Australia o Canadá). La tendencia, además, es creciente desde hace muchos años, lo que posibilita estar realizando alrededor de una docena de trasplantes por día, una media de, aproximadamente, un trasplante cada dos horas. Así, en 2016 se realizaron 4.818 trasplantes en España gracias a 2.019 donantes (102,3 enfermos trasplantados pmp, muy por encima de la media de la UE (64,0 pmp) y superior a la de EEUU (99,9 pmp). El Registro Mundial de Trasplantes, que gestiona la ONT, eleva a 126.670 los trasplantes realizados en el mundo en 2016, con un aumento histórico de un 5,8%.

Hay que diferenciar entre donantes vivos y donantes cadáver, esto es obvio, los primeros deben consentir y los segundos, salvo que hayan expresado su rechazo en vida, “delegan” su voluntad en sus allegados, incluso en un momento tan avanzado como la muerte clínica (o encefalograma plano). Esto es posible porque se legisló muy tempranamente al respecto (años 1979-1981), una cuestión que en otros países se ha quedado en el limbo moral (germanos y escandinavos) o directamente es tabú por sus libros religiosos (evangélicos, musulmanes y judíos). Después, es un equipo médico, independiente del equipo de trasplantes, quien valora la idoneidad y viabilidad de los órganos susceptibles de ser donados.

Por órganos, en 2016, riñones (2.994) e hígado (1.159) se llevan la palma, con más de la mitad de las intervenciones, seguido por corazón (281) y pulmones (307); a más distancia, páncreas (73) e intestino (4). Esto no sería posible sin una perfecta coordinación entre hospitales de las distintas comunidades autónomas, lo que ha permitido mantener el porcentaje de donantes vivos en cifras mucho más reducidas que, por ejemplo, Islandia, Holanda, Corea del Sur o Turquía. En España, la ONT estableció desde el principio la prioridad de centrarse en los ya fallecidos, en aras de preservar el estado de salud de personas que no hubieran enfermado. De esta manera, mientras que el índice de donantes de riñón cadáver es de 47,9 pmp, el de vivos es solo 9 pm en España, mientras que en Turquía ocurre al revés, el índice de donantes vicos es de 30,3 pmp frente al 8,4 pmp de donantes cadáver.

Las mejores prácticas

El cerebro de todo este modelo estructural que sitúa a España como potencia puntera en trasplantes de órganos, la más prominente del mundo y la que sirve como referencia, es desde hace dos décadas el doctor Rafael Matesanz, actual presidente del ONT. Además del carácter altruista y el anonimato del donante, y la agilidad de las listas de espera, el modelo se apoya en una figura fundamental: el internista.

La ONT se creó en 1989 y estaba constituida apenas por tres voluntariosos médicos y el apoyo de algunos familiares de afectados. Por aquellos tiempos, España no se distinguía del resto del mundo por el número de donantes, y como herencia cultural judeo-cristiana había un cierto pudor con todo lo referente a la muerte. Pero Matasanz tuvo el acierto de saber ver dónde podría haber un “caladero” (perdón por la expresión) y concentró todas las fuerzas de su pequeño equipo de coordinadores, sin apenas apoyo institucional, en tratar de convencer a los que podían donar, donasen sus órganos vitales. Estos coordinadores se encargaron de crear un protocolo de actuación, identificar a los pacientes terminales potencialmente donantes, intentar mantener sus órganos en buen estado, informar a las familias afectadas y de obtener su consentimiento, organizar la extracción y supervisar el proceso de traslado.

El éxito fue delegar todas estas funciones, tanto médicas como administrativas, en facultativos y no en enfermeros o trabajadores no sanitarios (como solía ocurrir en el resto de países). Este mantenimiento del nivel de escala permitió entenderse y hablar de tú a tú a los distintos equipos de parte del donante y del receptor. La ONT utilizó a facultativos que fundamentalmente tenían como especialidad la medicina intensiva y por tanto estaban adscritos a las UVIs y UCIs hospitalarias que incorporaron a sus dinámicas habituales las buenas prácticas del modelo funcional de la ONT.

El consentimiento “tácito” (todos los fallecidos pueden donar sus órganos si un paciente no ha establecido lo contrario antes de su muerte) y un entrenamiento en dotes persuasivas posibilitaron el inicio de una maravillosa cadena de valor que aunque suele iniciarse en la tragedia de un fallecimiento, suele terminar con un regate a la muerte de una persona más viva.

Todavía quedan retos que superar. Iberoamérica, con quién España viene colaborando desde hace ya más de 13 años a través de la Red/ Consejo Iberoamericano de Donación y Trasplante (RCIDT) tanto en materia de asesoramiento en gestión, como en la formación de profesionales en coordinación de trasplantes, ha visto mejorar su tasa de donación, alcanzado los 9,2 donantes pmp, lo que le ha permitido realizar 15.468 trasplantes.