Las adicciones siguen siendo un problema en nuestra sociedad. Las estadísticas así lo constatan. Y la pandemia que acabamos de sufrir ha incrementado las cifras, por ejemplo, en el consumo de alcohol.
Durante el confinamiento, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación publicó datos alarmantes al respecto. En comparación con años anteriores, el consumo de cerveza había aumentado un 86,5%, el de vino un 73,4% y el de bebidas espirituosas un 93,4%. Y los datos, parece ser, continúan al alza.
Tanto que, según los resultados del estudio Edades de 2022, elaborado por la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, el 5,2% de la población entre 15 y 64 años presenta un patrón de consumo de riesgo de alcohol; la droga más consumida en nuestro país. Y qué decir del abuso de la cocaína, en el que, según el mismo estudio, España se sitúa a la cabeza en Europa, con un 11,2% de la población que la consume entre los 15 y los 64 años.
Otro dato sumamente importante en el problema del consumo de drogas es que, como lleva años avisando la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción, el perfil de la persona adicta ha cambiado. Hoy en día, y en general, tiene una perfecta apariencia física y un desempeño en su vida diaria que no dista del de sus congéneres. Son personas que tienen trabajo, familia, amigos y que frecuentan entornos de ocio normales. En la mayoría de los casos, su nivel de estudios es alto o medio–alto y son profesionales liberales. Características todas ellas que hacen que el problema esté menos visible, que permanezca más oculto.
«España se sitúa a la cabeza en Europa en el abuso de cocaína, con un 11,2% de la población que la consume entre los 15 y los 64 años».
Diríamos que son personas iguales que las demás. Pero algo en ellas va mal, y llega un momento en el que, o su entorno más cercano o ellas mismas, se dan cuenta de que tienen un problema que no pueden solucionar solas, que necesitan ayuda terapéutica. Y entonces llega la crisis. Están motivadas, quieren curarse, que es lo fundamental para que la desintoxicación funcione, pero la mayor parte de las veces todo son dudas, inseguridades, culpa, vergüenza…
Una de las preguntas que más se hacen las personas adictas es “¿voy a poder dejarlo sin que afecte a mi trabajo?”. Mi respuesta, como especialista en rehabilitación de adicciones, es que sí; que se puede. Es cierto que hay métodos que requieren de meses de internamiento en clínicas de desintoxicación, pero también hay otras opciones.
Yo llevo desde 1984 tratando pacientes que, por su situación familiar o laboral, no pueden embarcarse en tratamientos prolongados y optan por un método en el trabajamos con técnicas psicológicas orientadas a provocar procesos de transformación personal inmediata. Todo ello, con una premisa fundamental: priorizar el trato humano del paciente. Porque partimos de que la adicción afecta a la capacidad de decidir en las personas, a su propia libertad. Y no es posible recuperar la libertad si no se permite ejercerla.
En cualquier opción que se elija, es importante que se trate a los pacientes como personas que tienen un problema, que han decidido tratarse para superarlo, y que son lo suficientemente adultas como para hacerse responsables de su propia conducta. Por eso, en la praxis desarrollada por mi equipo y por mí, hemos comprobado que lo mejor es evitar las restricciones al máximo y favorecer la confianza y la responsabilidad de los pacientes desde el primer momento.
«Es fundamental reforzar la confianza del paciente en sí mismo y en su capacidad de afrontamiento, tanto durante los días de retiro terapéutico, como cuando se haya reincorporado ya a su vida diaria».
En ese sentido, no vemos la conveniencia de someter al paciente a un aislamiento en un sentido coercitivo, aunque sí es necesario contar con un mínimo de concentración. Hay un compromiso de participación por parte del paciente, así que el contacto con el exterior es mejor que sea el mínimo imprescindible. Está bien mantener algún contacto telefónico con la familia, con personas que apoyen al paciente, pero lo menos posible con el ámbito laboral.
Los buenos y rápidos resultados que hemos conseguido gracias a estas prácticas en la mayoría de nuestros pacientes han logrado que, a día de hoy, recurran a esta opción muchas empresas para la rehabilitación exprés de adicciones de sus ejecutivos o personal de plantilla. En el corto espacio de tiempo en el que tratamos a cada paciente, creemos que lo que hay que trabajar de forma especial es en que se hagan conscientes de cuáles son las características de su conducta adictiva y los factores desencadenantes de la misma, para evitar que vuelvan a recaer en ella.
Para ello es fundamental reforzar la confianza en sí mismos y en su capacidad de afrontamiento, tanto durante los días de retiro terapéutico, que es como llamamos a nuestro tratamiento, como cuando se haya reincorporado ya a su vida diaria.
Bernardo Ruiz Victoria es psicólogo especialista en Psicología Clínica y fundador y director del Programa Victoria para la rehabilitación de adicciones.