«‘Antes muerta que analógica’: las ideas de una disruptora digital», Àurea Rodríguez #frentealespejo

Àurea Rodríguez #frentealespejo

Uno de los principales conceptos, cuando hablamos de avances y tecnología, es el término de innovación disruptiva. Dos palabras que sin duda alguna definen el futuro que muchas empresas de sectores muy diversos buscan hacer frente, con tal de no quedarse atrás en el proceso de evolución constante en el cual nos encontramos inmersos; así como con el objetivo de mantener su actividad a flote con la tecnología como principal aliada.

La innovación disruptiva es aquella que afecta a una industria específica. Provocando cambios drásticos y radicales, que hacen que ciertos productos o servicios desaparezcan del mercado. Este concepto fue creado por Clayton Christensen, catedrático de la escuela de negocios de Harvard y autor del libro The Innovator’s Dilemma, en 1997. Muchas de estas innovaciones disruptivas han venido de la mano de la transformación digital; lo que permite desarrollar proyectos a nivel global, que se han acelerado durante los últimos años, con ejemplos como Spotify, Airbnb o Amazon.

Como ocurre en muchas ocasiones, frente a un cambio drástico surge la figura del abogado del diablo; aquella que actualmente se asocia con quien se pone en la piel del oponente para avanzar su jugada. Así pues, de manera general, es como surge un nuevo perfil en este mundo cambiante: las personas innovadoras. Estos individuos son aquellos que van contracorriente, que buscan y visualizan lo no obvio y que a menudo deben defender sus ideas por no ser convencionales y avanzadas.

«La mayoría de los innovadores en la historia de la humanidad no fueron comprendidos en su tiempo, al romper con la forma de pensar hasta aquel momento, con un conocimiento o una tecnología que abría nuevas maneras de hacer y que aportaba nuevas oportunidades».

La mayoría de los innovadores en la historia de la humanidad no fueron comprendidos en su tiempo. Porque rompen con la forma de pensar hasta aquel momento, con un conocimiento o una tecnología que abría nuevas maneras de hacer y que aportaba nuevas oportunidades. Este pensamiento se ha sistematizado y evolucionado con el paso del tiempo. Por ejemplo, la Singularity Universityhablade la ciencia del comportamiento de la innovación, con el concepto “futuristas”. Y la Fundación X Prize, que otorga premios para catalizar la innovación y acelerar un futuro más esperanzador al incentivar avances radicales, en beneficio de la humanidad, también lo usa en la actualidad como una corriente de pensamiento de relevancia.

Lo cierto es que las personas innovadoras han aportado muchos avances a la sociedad. Y es que de innovaciones hay de muchos tipos. Sin embargo, no todas pueden, ni deben ser, ni disruptivas, ni radicales, ni tecnológicas. Además, no resulta necesario generar un cambio radical para autodefinirse como innovador. Y es que lo cierto es que tan importante es la microinnovación, como la innovación incremental, en según qué negocios; y también la innovación social, por ejemplo.

«No todas las innovaciones han de ser ni disruptivas, ni radicales, ni tecnológicas. Tan importante es la microinnovación, como la innovación incremental, en según qué negocios; y también la innovación social, por ejemplo».

Centrándonos concretamente en el papel que juega la innovación disruptiva, lo cierto es que se trata de un cambio que se caracteriza por generar nuevos productos, servicios o modelos de negocio, que dejan obsolescentes los actuales. Por ello, el innovador disruptivo va un paso más allá y no busca la mejora de un producto o servicio, busca su substitución. La frase “si funciona, no lo toques” para un disruptor digital sería “si funciona, digitalízalo y cámbialo; porque si no lo cambias tú, vendrá otro que lo hará, y quien mejor que tú para ser tu propia competencia”.

Así que la tecnología es una herramienta que hay que comprender y usar, pero poniendo sabiduría; es decir, conocimiento con valores. En este nuevo mundo, donde debemos empoderarnos gracias a este conocimiento, porque no queda otra. De ahí el título de mi libro: Antes muerta que analógica.

PD: En la era del humanismo tecnológico, cuidado con los tóxicos, troyanos y trolls. Rodearos de sinergentes, que siempre suman aptitudes, equipo y valores.


Àurea Rodríguez es experta en asuntos de tecnología e innovación, y autora del libro Antes muerta que analógica.