El sistema de franquicias, pese a comenzar a popularizarse en los años 50 y 60 en EE.UU., sigue siendo hoy en día una fórmula de éxito. Tanto para grandes corporaciones como para personas que desean emprender o para quienes desean convertirse en empresarios.
En España, las franquicias se empezaron a popularizar en los años 80 y 90 y hoy en día, de acuerdo con la Asociación Española de Franquicias, facturan en nuestro país más de 26.000 millones de euros anuales. Siempre han tenido un papel fundamental en nuestra sociedad y ha sido clave en el desarrollo económico tanto de grandes ciudades como de poblaciones más pequeñas en distintas regiones de España. Pero también ha jugado a favor de las marcas franquiciadoras, ya que este modelo les ha permitido tener una capilaridad enorme en nuestro país.
Ahora bien, ¿el franquiciado de antes era el mismo que el de ahora? Las personas que deciden optar por una franquicia ¿buscan lo mismo ahora que hace unos años? Lo cierto es que el perfil del franquiciado ha evolucionado en la última década. Hace unos años fue muy eficaz para el emprendimiento y el autoempleo, con personas que encontraban en las marcas una forma de ser su propio jefe. Todo ello, con la seguridad de unirse a una compañía sólida, con un modelo probado, las ideas claras y con la mentalidad para hacer crecer el negocio.
De esta manera, el emprendedor no tenía que hacer grandes inversiones para crear su propia empresa, integrando su negocio en conceptos puestos en marcha por las marcas y que se adecuaban a su perfil de inversión. Esta fórmula ha garantizado el empleo a muchos pequeños autónomos que no han encontrado trabajo por cuenta ajena, pero también fue muy útil para muchas mujeres que se han incorporado al mercado laboral y, al mismo tiempo, han podido compatibilizarlo con la conciliación familiar.
«Empezamos a ver franquiciados que comienzan en un sector y, al poco tiempo, diversifican su inversión en enseñas de otros sectores supuestamente rentables».
Y sin embargo, el franquiciado evoluciona. En contextos económicos como el actual, empezamos a ver empresarios que optan por modelos de franquicia con vocación de expansión. Esto es, comienzan por una o varias franquicias en un sector y al poco tiempo diversifican su inversión en franquicias de otros sectores supuestamente rentables. La razón de hacerlo es sencilla: les permite no empezar de cero en un nuevo negocio. Además, suelen ser negocios con márgenes más altos y una facturación importante.
Este nuevo modelo de conceder franquicias también ha posibilitado que la relación entre las marcas franquiciadoras y el franquiciado sea más estrecha. El inversor se implica completamente y cuenta con una actitud mucho más colaborativa. Son personas que crean sus empresas pensando en gestionar distintas redes de franquicias para prosperar al mismo tiempo que crecen las marcas a las que se han asociado. La relación es, por tanto, más de socios colaboradores que de franquiciados al uso.
Por su parte, la marca proporciona apoyo comercial y de funcionamiento constante, algo que le va a permitir llegar más fácilmente a sus clientes y proyectar la imagen de la marca y sus valores a través de su propia gestión y asesoramiento.
«Hay marcas que ofrecen ya varios negocios en uno, para que los inversores encuentren la diversificación que buscan sin tener que acudir a otros sectores».
En este contexto, donde se apuesta cada vez más por distintos negocios franquiciados, las marcas empiezan a hacer evolucionar su negocio para crecer junto al franquiciado. Se trata de marcas que ofrecen ya varios negocios en uno para que los inversores encuentren esa diversificación sin tener que acudir a otros sectores.
Un ejemplo de ello son los servicios duales de PhoneHouse y Fotoprix en un mismo negocio. Con este modelo, ambas marcas amplían de forma muy natural su porfolio de productos y, a su vez, el franquiciado ve cómo se incrementa el tráfico a su tienda con nuevos servicios para sus clientes.
Este nuevo modelo es sin duda una revolución en el modelo de franquicias. Ya que, sin tener que desembolsar el doble de inversión, el empresario sí que puede obtener el doble de rentabilidad. Lo que genera mayor fidelización entre marca y franquiciado, y por ende, una relación más cercana con los inversores para favorecer el crecimiento de ambas entidades. De esta manera, el éxito del franquiciado será el éxito de la marca.
José Antonio Coca es director de Franquicias de PhoneHouse.