«Lágrimas en la lluvia», Hugo Egido #frentealespejo

Hugo Egido #frentealespejo

Uno de los sociólogos más influyentes del siglo XX, Zygmunt Bauman, sostuvo –contra los teóricos del posmodernismo– que todavía estamos inmersos en la modernidad; aunque la inscribe dentro de un estadio tardío. Esta modernidad tardía, que había nacido con los primeros rayos del Renacimiento, es en la que vivimos actualmente, según Bauman.

Gran hacedor de conceptos y metáforas potentes nos regala un término más preciso para definir el modelo de sociedad en la que estamos inmersos en la actualidad: la modernidad líquida. Cinco conceptos básicos de la narrativa de la condición humana son analizados por Bauman: emancipación, individualidad, tiempo/espacio, trabajo y comunidad.

Bauman no elude el análisis de cómo esta modernidad afecta no solo a la sociedad, sino también al individuo, aumentando el sentimiento de incertidumbre y una cronificación de la ambivalencia ante el mundo que le rodea. Se trata de un modelo tan fluido que un individuo puede cambiar de una posición social a otra a lo largo de su propia vida.

El nomadismo es un rasgo característico del hombre líquido. Mientras fluye a través de su propia vida como un turista, cambiando sitios, trabajos, cónyuges, valores, religiones, orientaciones políticas e incluso sexuales. La globalización económica, la descentralización de los procesos productivos y las redes sociales han sido un gran acelerador de este proceso.

«La modernidad líquida afecta no solo a la sociedad, sino también al individuo, aumentando su sentimiento de incertidumbre»

Es el fin de la era del compromiso mutuo: el espacio público retrocede y se impone un individualismo salvaje que nos lleva a la corrosión y la lenta desintegración del concepto de ciudadanía.

En mi segunda novela, El vínculo que nos une, he querido que el lector reflexione sobre los arquetipos de éxito social y los modelos a seguir que la propia modernidad tardía crea. Modelos basados en la superficialidad de las relaciones y los sentimientos, en la caducidad de las creencias. Un paradigma alimentado por el consumo masivo, el materialismo, el egocentrismo y la inmadurez que cuenta con un altavoz inmenso en las redes sociales y en la atomización del individuo.

Un ser humano que se siente aplastado por el devenir del mundo VUCA (volátil, incierto, complejo y ambiguo), por la rapidez con la que se materializan y evaporan las noticias, y por la evanescencia de los compromisos y de los lazos de solidaridad que construimos. Todos somos clientes y potenciales consumidores de la “nada”, y esa “nada” es la que nos sirve en muchos casos como referente de éxito social.

Frente a este páramo, frente a esta desolación, existe una oportunidad: «Entender el sentido profundo de lo que hacemos, confiriendo sentido a nuestra propia vida». Siguiendo el pensamiento de Viktor Frankl, los lectores de la novela acompañarán a su protagonista, Paula Blanco, en un viaje de búsqueda por su necesidad de entender que los sentimientos puede que nos hagan vulnerables, pero sin duda nos hacen más humanos.

«El espacio público retrocede y se impone un individualismo salvaje que nos lleva a la corrosión y la lenta desintegración del concepto de ciudadanía».

Siempre podemos elegir con qué actitud afrontamos el devenir de nuestra propia vida. Las circunstancias muchas veces no las podemos elegir, pero sí la actitud con la que las afrontamos.

Solo desde un férreo posicionamiento de coherencia entre lo que digo y lo que hago; fomentando la cultura del esfuerzo y la meritocracia, tanto en mi entorno personal como en el laboral, estimulando el ejemplo y los valores frente a las estrategias empresariales cortoplacistas, nos encontramos con el auxilio en forma de reflexión del genio de Peter Drucker: «La cultura se come como desayuno a la estrategia». Es así como podremos revertir los efectos más perversos de este mundo incierto e interconectado por el que transitamos.

Vivamos inmersos en la modernidad tardía de Bauman, o en el posmodernismo, hagamos que cada día nuestra vida tenga sentido, para nosotros y para las personas que nos rodean.


Hugo Egido es director de Desarrollo de Negocio en el Instituto de Formación Avanzada (INFOVA) y autor de dos novelas: Memorias de Bastian (2016 Edhasa) y El Vínculo que nos Une (2020 Kolima).