«Líderes de papel», José Gordo #frentealespejo

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Si cuestionamos las cualidades de liderazgo que los españoles consideramos más importantes, encontraríamos palabras como honradez, confianza e integridad en un primer paso. Seguidas de inteligencia, experiencia y educación, ser respetuosos con las personas y la comunidad, el servicio a la comunidad y, en último término, el ser afectuoso y compasivo.

Según mi experiencia, en realidad, la perspectiva de los españoles sobre el liderazgo tiende un puente de unión entre las líneas raciales, políticas y culturales. Pero aún así quedan por definir ciertas líneas que tienen que ver también con la capacidad.

Muchos creen que ser líder es una cuestión de ir primero en una competencia. Es decir, ser gerente, dirigente, destacar en una actividad, ser jefe o manejar un proceso. Otros, incluyen a estadistas, jefes de organizaciones políticas, jefes de organismos gremiales y deportistas destacados dentro del concepto liderazgo. ¿Pero es esto en realidad ser un líder? ¿Son todos los cargos empresariales o deportivos líderes?

En mi opinión, si respetásemos que ser líder es ir primero o destacarse en algo, o en su defecto dirigir o tomar decisiones en el seno de una organización, estaríamos con un tremendo superávit de líderes en España. Incluso puede que ese sea, precisamente, el problema de muchos sectores. Es más, hasta podríamos plantearnos el exportarlos a los países desarrollados que tienen carencias de este tipo de perfiles.

Además, a esta percepción se suman los artículos de prensa que recomiendan acciones para ser líder, cursos y capacitación para formar este perfil empresarial.

Sin embargo, según lo que yo he podido percibir tras la experiencia de años es que, lo que en realidad parece existir es gente capaz de dirigir, gobernar, supervisar a un grupo de personas frente a un objetivo, pero dudo que pueda liderarlo o considerarse líder. Solo tienen el cargo, pero no la motivación o la confianza de sus equipos.

«Lo que en realidad parece existir es gente capaz de dirigir, gobernar, supervisar a un grupo de personas frente a un objetivo, pero dudo que pueda liderarlo o considerarse líder. Tienen el cargo, pero no la motivación o la confianza de sus equipos».

¿Qué hace, entonces, diferenciar a un verdadero líder y a un solo gestor de decisiones? No es la cantidad de cursos y títulos que posea una persona, ni su posición jerárquica o sus orígenes o sus redes de contacto. No es su edad, sexo u ocupación, sino su preocupación por las necesidades de otros, su forma de encarar los desafíos a los que se enfrenta. Es su entusiasmo en mejorar las cosas, en crear nuevas oportunidades.

Siempre digo que el líder tiene, necesariamente, que tener pasión por una causa y desear dar algo de retorno para la sociedad como peaje. Es decir, obtiene su recompensa y reconocimiento por servir a otras personas y mejorar sus entornos ya sean laborales, de vida o incluso anímicos.

Para lograr dar esperanza, el líder debe ser capaz de transmitir una visión positiva del porvenir, que sirva de puente entre el presente incierto y un futuro esperanzador. Los líderes son constructores de puentes, no de murallas. Y en la situación en la que vivimos, hoy más que nunca hacen falta eso, líderes capaces de dar a la sociedad, a las corporaciones y a la juventud ilusión por lo que se puede hacer para mejorar el mundo.

El liderazgo es en sí mismo un diálogo y no un monólogo como lo han entendido las direcciones pasadas. Pero no es sencillo, en mi trayectoria he comprobado y transmitido que para conseguirlo es necesario, obligatorio y recomendable desarrollar cada vez más las habilidades de comunicación y formarse en técnicas donde el escuchar es básico. Solo desde la escucha activa es posible empatizar y encontrar puentes y caminos comunes que recorrer juntos. Ese es, sin duda, después de años de investigación, el punto más importante al que he llegado: un líder acompaña, no manda.

Y eso es difícil en un país donde es costumbre no devolver las llamadas, y menos un correo electrónico. Ya lo decía Larra, “vuelva usted mañana”. Fuera de nuestras fronteras, sobre todo en el mundo anglosajón y echando un vistazo a su capacidad de emprendimiento y de ilusionar con una idea. Esa es, en mi trato constante, la gente apasionada que desea liderar, generar empleo, desarrollando nuevos emprendimientos o cumpliendo funciones sociales.

«Solo tengo algo claro: ser líder no se enseña en ninguna universidad local. Hay que buscarlo dentro de nosotros mismos; quizá en células adormecidas de nuestro cerebro, o quizá en nuestro propio corazón».

Hoy en día estamos frente a un nuevo reto: formar a una generación pujante que crece vertiginosamente, en forma rebelde y contestataria como una reacción natural de rechazo en una generación emprendedora que dé paso y sea capaz de crear una sociedad basada en la racionalidad, esperanza y que cuestiona incluso las normas del estado cuando sea necesario para el beneficio de todos. No vale ya, lo digo constantemente, conformarse con migajas sino salir a crear un mundo mejor para nosotros y para los demás.

Personas como las descritas arriesgan su reputación, sus posiciones y su situación económica al seguir el camino, como en el caso de Colón, si están al borde de un continente o en una pequeña isla. Pero por el camino consiguen crear grupos, ilusiones y gente dispuesta a seguirles para llegar a la meta. Forman parte del concepto de todo.

En síntesis, actuar más con el corazón que con la cabeza. Por el momento, solo tengo algo claro: ser líder no se enseña en ninguna universidad local. Hay que buscarlo dentro de nosotros mismos; quizá en células adormecidas de nuestro cerebro, o quizá en nuestro propio corazón. Creo que es hora de no condenarse a un destino gris, en empleos que lejos de apasionarnos nos hacen morir de a poco, en grageas de ocho horas diarias.

¿Podría entonces alguien decirme quién reúne estos requisitos para denominarse líder? Yo no conozco a ninguno, pero sí a muchos líderes de papel. Eso sí, hay opciones de conseguirlo a través de la apertura de mente y formación.


José Gordo es coach de Sistemas Integrales del Éxito y autor de 12 Regalos de Papá, De una vida trágica a una vida mágica, Cenando con millonarios y Emprender es tu única opción.