Uno de mis primeros recuerdos de mis clases sobre psicología de las organizaciones es el referido a los famosos experimentos de Hawthorne. Entre 1927 y 1932, en la Western Electric Company, situada en la localidad de Hawthorne, cerca de Chicago, el profesor de Harvard Elton Mayo y sus colaboradores investigaron los efectos que las características físicas del ambiente de trabajo tenían sobre productividad de los trabajadores.
Los resultados de los estudios de Hawthorne fueron sorprendentes: los aumentos en la productividad se produjeron independientemente de los cambios en las condiciones físicas. La clave estaba en que los trabajadores, por primera vez, sentían que alguien se preocupaba por ellos y prestaba atención a su trabajo.
Es decir, los aspectos humanos, psicosociales, estaban pesando más que cambios en los factores físicos: iluminación, temperatura, sonido… Desde ese momento, la ciencia se dio cuenta de que, en el caso de los humanos, las leyes de la física se planeaban demasiado sencillas para comprender el comportamiento humano. La ciencia de la psicología del trabajo comenzó a emerger.
«Hace casi un siglo, un experimento conductista demostró que los aspectos humanos, psicosociales, pesaban más que los cambios en factores físicos en el lugar de trabajo».
Terminé mi carrera y comencé a trabajar como psicólogo de organizaciones y como consultor. Y en este tiempo, he visto muchas organizaciones que, de cara a mejorar sus resultados, se centraban más en modificar las condiciones, o incluso las herramientas de trabajo, que en las personas. La consecuencia, en el mejor de los casos, eran resultados pobres y a corto plazo, cuando no nulos. En los peores casos, los efectos negativos, la perdida de dinero y el malestar en los equipos.
En la actualidad, el escenario es completamente diferente. Las compañías más avanzadas son conscientes de que toda evolución en las empresas debe comenzar por las personas. Quizá lo más dificil ha sido cuantificar la influencia del factor humano en estos procesos de mejora.
La psicología nos ha ayudado con metodologías como la psicometría o los procesos de assessment centre, que nos han permiten cuantificar de forma objetiva los efectos de estos factores humanos, antes conocidos como variables intangibles o habilidades blandas. Afortunadamente, en la actualidad, la tecnología digital, unida a la analítica de datos nos ayudan a medir y observar el efecto de estas variables.
En mi experiencia, he tenido la oportunidad de ver directamente estos efectos en forma de logros profesionales inicialmente no esperados y no explicables solamente con variables de proceso, operaciones o recursos materiales. Es decir, no explicables solamente desde paradigmas procedentes de disciplinas como la ingeniería o la economía. La principal ciencia que estudia el factor humano como foco central es la psicología.
«Las personas somos parte fundamental en los procesos de negocio, pero, a diferencia de máquinas o procesos industriales, no seguimos un sendero puramente racional».
En varios proyectos en los que he participado, he podido medir como la capacitación de los equipos directivos en habilidades estudiadas por la psicología organizacional, como liderazgo, comunicación asertiva o desarrollo de equipos, ha logrado efectos a corto y medio plazo que multiplicaban por 10 la inversión en dichos programas de entrenamiento.
Un gran reconocimiento de la importancia de esta ciencia psicológica fue el premio Nobel de Economía en 2002 concedido a un psicólogo, Daniel Kahneman. Uno de sus alumnos, Daniel Ariely escribió un best seller de comportamiento económico, Irrational Predictibility. Y en efecto, las personas somos parte fundamental en los procesos de negocio, pero, a diferencia de máquinas o procesos industriales, no seguimos un sendero puramente racional. Por ello, la posibilidad de predecir o influir en este factor humano es tener en cuenta aspectos aparentemente irracionales: emociones, sesgos, etcétera.
Cuando decidí estudiar psicología de empresa, no era habitual relacionar esta ciencia con el mundo empresarial. Muchos me preguntaban confundidos, ¿pero que hace un psicólogo en una empresa? Y yo respondía que los psicólogos estudiamos a las personas, y las organizaciones están conformadas por estas. Es más, las personas somos la parte que toma la iniciativa en la gestión de las empresas, en el trabajo y, no lo olvidemos jamás, en la decisión de compra de los clientes.
Juan Valera Mariscal es psicólogo social, experto en habilidades directivas, coaching y gamificación (valera-mariscal.com).