Crisis de materias primas, transporte con largas demoras y sobreprecios, dependencia de productos y problemas energéticos… Se acaba el mito de la deslocalización de la producción de las empresas. Es hora de que estas afronten el reto de relocalizarla en sus países de origen.
La deslocalización de la producción fue un fenómeno económico que dio sus primeros pasos en los años 80, con la reubicación parcial o total de los activos productivos de una empresa, o la reubicación de los procesos fabriles en otros países. Con el Acuerdo de Libre Comercio de Norteamérica (NAFTA) muchas de las empresas trasladaron su producción desde EE.UU. a México. El tradicional Levi’s se fabricaba entonces en México.
Fueron muchas otras empresas las que deslocalizaron sus plantas productivas a China, Malasia, India y Vietnam, que ofrecían ventajas comparativas fundamentadas en salarios bajos, legislación laboral precaria, anclaje de la conversión monetaria, préstamos bancarios blandos, superficies de terrenos de bajo costo y mínimas regulaciones ambientales.
En el año 2002 China entró en la OMC, cuando su participación en el comercio mundial era del 5%, llegando hoy al 15%. Y empezaron a aparecer los problemas. La aplicación de las regulaciones en materia de propiedad intelectual, usos y falsificación de las marcas, intercambio comercial sin autorización del dueño de marca, y muchas otras irregularidades.
Muchas de las empresas de la moda en la UE trasladaron sus talleres de confección –grandes empleadores de mano de obra especializada– para masificar su producción, sin medir el efecto sobre el concepto calidad made-in que el consumidor demanda.
Vemos cómo las empresas han intentado renovar las condiciones de sus trabajadores, su bienestar, con políticas laborales globales. Y con el paso del tiempo han adquirido conciencia acerca del impacto social y ambiental. Y los gobiernos han invertido esfuerzos notables en regular la situación de estas empresas, que deben acogerse a regímenes fiscales especiales y requisitos de consolidaciones financieras muy complejas, con el riesgo de incurrir en evasión fiscal u ocultación de ingresos.
Además, los constantes y crecientes costos logísticos y de almacenaje condicionan a las empresas a que sus producciones sean más viables en sus países de origen. Y una crisis geopolítica dejaría a la Unión Europea sin suministros en una crisis de abastecimiento.
El Banco Mundial, en su informe del 2019 acerca del futuro del trabajo, hizo particular énfasis en el rol de la automatización en el impulso de las empresas para reorientar geográficamente su producción, reduciendo la importancia de la deslocalización de las empresas en búsqueda de países con mano de obra más económica.
«Las producciones se relocalizarán donde se pueda ubicar la tecnología de fabricación y materiales; donde el diseño sea conceptualmente más amigable, circular y sostenible; y donde la comercialización sea más ágil e inmediata»
Los mercados y consumidores demandan mejores productos, de tecnología aplicada, en tiempos breves, de evolución continua, sostenibles y cada vez más accesibles en omnicanales. En definitiva, las producciones se relocalizarán, sobre todo donde se pueda ubicar la tecnología de fabricación y materiales; donde el diseño sea conceptualmente más amigable, circular y sostenible; y donde la comercialización sea más ágil e inmediata.
El factor made-in y los antes mencionados son elementos claves por los que las empresas de la moda y el lujo lideran el retorno a casa en relación a otros sectores de actividad. Otras, con visión de futuro, modernizaron y afianzaron su presencia en sus países de origen; como la española Loewe con la ampliación de instalaciones en su centro de producción de Getafe.
Y grandes marcas de la moda italiana han emprendido su viaje de repatriación. Zegna, Furla, Prada y Tod’s han abierto nuevas fábricas en Italia. Bottega Veneta ha apostado también por Italia, manteniendo sus fábricas operativas y considerando nuevas aperturas de talleres de producción.
No se debe morir en el intento. No todos los procesos de relocalización han sido sencillos ni exitosos. Las empresas requieren una planificación detallista, diseño de procesos, músculo financiero –a veces acompañado de M&A–, implantación tecnológica, adiestramiento, implantación de sistemas de información que antes no se manejaba en la producción a ultramar, procesos innovadores de marketing, inversiones inmobiliarias; todos ellos, determinan los costes y factibilidad de la relocalización.
Muchas empresas buscan reubicarse en origen con el esfuerzo del recurso humano habitual. Y mueren en el intento, tratando de ejecutar las actividades ordinarias junto a esta nueva situación compleja, con equipos especialmente entrenados y centrados en el andar cotidiano de la empresa, pero no para gestionar temporalmente experiencias tan especiales.
«La empresa necesita contar, para el complejo y temporal proceso de relocalización, con alguien a su lado con la experiencia de quien conoce situaciones similares, y sabe conseguir y gestionar los recursos necesarios»
La empresa se enfrenta a una situación compleja y excepcional. Pasa de nadar y pescar en un río conocido, al buceo y pesca submarina en un mar desconocido… u olvidado. Las circunstancias son excepcionales; un elemento ignoto, sin apenas visibilidad, con necesidad de recursos nuevos, desorientación… Acabar ahogado es algo altamente probable.
Hoy más que nunca, los procesos y mejora continua, la digitalización integral de la operación del negocio y un profundo conocimiento del cliente son fundamentales en ese reshoring.
El reshoring debe abordarse como un proyecto único, con sus alcances y objetivos propios, tiempos, recursos y dirección especial. Esa es nuestra función como interim managers y equipo de gestión estratégica experto en reshoring. La empresa necesita contar, para este proceso complejo y temporal, con alguien a su lado con la experiencia de quien conoce situaciones similares, sabe conseguir y gestionar los recursos además de organizar la estructura productiva necesaria.
O la empresa, el sector industrial, España y la UE impulsan la industrialización basada en diseño, tecnología y logística cercana, o iremos a una (mayor) crisis de desabastecimiento, dependencia y desempleo.
Stefano di Loreto es ingeniero industrial, responsable de Equipos de Gestión Estratégica en NostrumCorp.