«Emprendimiento juvenil, sembrando semillas de futuro», Lucía Medina #frentealespejo

Lucía Medina #frentealespejo

El emprendimiento, entendido como instrumento de innovación y resolución de los problemas sociales, es un motor esencial para el bienestar y la riqueza de un país. La historia de la economía moderna y de los países con mayor nivel de desarrollo y bienestar lo demuestran, así como el que las regiones más innovadoras se convierten en las más prósperas en todo el mundo.

En el contexto actual, cada vez más global y competitivo y en el que la tecnología avanza a un ritmo vertiginoso, la capacidad de innovar y aplicar esa innovación es esencial no solo para explotar nuevas oportunidades, incrementar la productividad y crear empleo, sino también para abordar los mayores desafíos de la sociedad recogidos en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) o la creciente desigualdad social.

Recientemente se publicó el informe GEM 2023/2024 Global Report, en el que se refleja cómo la iniciativa emprendedora en España se mantiene notablemente por debajo de los países de su entorno, pero especialmente para el grupo de edad entre 18 y 34 años, se sitúa en apenas un 5,5% frente al 13%, 14% y 15% de Alemania, Francia o Reino Unido respectivamente o al 20% de Estados Unidos.

En mi opinión este desfase, junto con el altísimo paro juvenil de carácter estructural y la precariedad de los salarios, demuestra la necesidad de apostar por un cambio de paradigma hacia un modelo económico más innovador. En el que se premie la productividad, el valor añadido y la resolución de problemas reales, y en el que las personas emprendedoras sean consideradas elementos claves de prosperidad independientemente del tamaño de las empresas.

«Necesitamos un cambio de paradigma hacia un modelo económico más innovador, que premie la productividad, el valor añadido y la resolución de problemas reales. Y en el que las personas emprendedoras sean consideradas elementos claves de prosperidad».

Los factores más relevantes para provocar este cambio son, desde mi punto de vista: la ausencia de cultura emprendedora, unida al “miedo al fracaso”; la falta de financiación o la dificultad de acceso a la misma, especialmente para la juventud; las barreras regulatorias; y la falta de formación en emprendimiento y de presentación de este como una opción profesional válida y deseable.

Algunos de estos factores se están trabajando desde hace varios años en las universidades y las escuelas de Formación Profesional, a través del fomento de la educación emprendedora. Aunque, en mi opinión, las iniciativas deberían iniciarse en una edad más temprana. Otras, como las barreras regulatorias y la fragmentación, diría que se están agrandando, provocando múltiples mercados en nuestra geografía y favoreciendo la creación de microempresas que difícilmente pueden expandirse. El acceso a financiación es todavía una asignatura pendiente en España tanto por su elevado coste como por sus requisitos.

En primer lugar, necesitamos crear un entorno favorable para el emprendimiento, aligerando las barreras administrativas. Además de desarrollar leyes que incentiven la creación de empresas (véase la reciente Ley de Startups), favoreciendo nuevos modelos de financiación e incentivos fiscales.

En segundo lugar, hay que invertir mucho más en educación emprendedora desde la escuela primaria hasta la universidad o la Formación Profesional. No solo en la adquisición de conocimientos y competencias, sino en la práctica, a través de la creación de espacios de innovación y la contrastación a través de la experiencia y la mentorización de expertos.

«Hay que invertir mucho más en educación emprendedora, desde la escuela primaria hasta la universidad o la Formación Profesional. No solo en la adquisición de conocimientos y competencias, sino en la práctica: a través de la creación de espacios de innovación y la mentorización de expertos».

Por último, está el apoyo a las personas emprendedoras y sus proyectos de negocio. Es preciso el reconocimiento y la celebración –frente a la demonización– de los éxitos empresariales y del espíritu emprendedor en sí mismo, pero también es necesario invertir y facilitar la financiación de estos emprendimientos.

El objetivo es generar un cambio sistémico, que transforme la cultura y se enfoque en la raíz de los problemas. Además, contamos en los últimos años con otro elemento de transformación de gran importancia: el auge y la popularización de la inversión de impacto.

Confío que cada vez más empresas se unan a esta corriente transformadora, bien a través de la inversión de impacto, el apoyo a entidades sociales o la acción directa, aportando conocimiento, experiencia y recursos, convirtiéndose en agentes de cambio y facilitando a las nuevas generaciones la oportunidad de vivir bien, aspirando a una sociedad más próspera y resiliente.


Lucía Medina Ruíz-Mateos es directora general de la entidad pionera en el apoyo a personas emprendedoras en España Fundación Nantik Lum.