«La no tan conocida herencia española en Estados Unidos», Ignacio Ruiz #frentealespejo

Ignacio Ruiz #frentealespejo

Aunque para muchos ha pasado desapercibido, en este año 2021 se celebra el bicentenario de la ratificación del Tratado Adams-Onís. En virtud del mismo, se fijaban los límites fronterizos entre España y los Estados Unidos de América, pasando desde entonces a manos norteamericanas posesiones hasta entonces españolas, como fue el caso de La Florida. Un territorio histórico, en donde encontramos nuestra presencia en los primeros años del siglo XVI, proyectándose prácticamente de manera ininterrumpida hasta la segunda década del siglo XIX.

Fueron siglos de adelantados españoles, de guerras y alianzas con las tribus indígenas que poblaban el territorio. Épocas de esplendor y decadencia, de construcción de presidios de frontera o de edificios civiles. Igualmente fueron tiempos de erección de templos religiosos, de evangelización, de bautismo o de levantamientos contra esos que pretendían sacarles de su idolatría. Pero también fue una época de abrazo entre Europa y América, puesto que ambas culturas acabaron asimilando importantes segmentos una de la otra.

También fue un momento de rivalidad con otras potencias europeas, por el control del territorio; singularmente con los franceses, y muy en especial, con los británicos. Éstos, ya desde principios del siglo XVII, se habían establecido en el área atlántica de Norteamérica, erigiendo las célebres Trece Colonias; germen de lo que ya en la segunda mitad del siglo XVIII acabarían convirtiéndose en los Estados Unidos de América.

Ciertamente, fueron primero los británicos, y luego, los estadounidenses, quienes más íntimamente rivalizarían con la Monarquía Hispánica por ocupar esas tierras limítrofes con La Florida. En especial, cuando España contempló, no sin ciertos recelos –e inactividad, en defensa de sus presumibles derechos territoriales en el área de Georgia–, la firma del célebre Tratado de Versalles. En virtud del cual los británicos reconocían la independencia de los Estados Unidos, y con ello, el nacimiento de lo que luego habría de ser la potencia hegemónica en el área norteamericana.

«En aquel tiempo, los habitantes de La Florida, Sicilia, los Países Bajos españoles, Milán o Andalucía estaban vinculados por un mismo monarca, una sola religión y ciertas instituciones comunes».

Todo ello sin olvidar que, durante algo más de tres siglos, aquellas personas de La Florida formarían parte de una macroestructura política e institucional que, en mayor o menor medida, les vincularía con gentes de toda la Monarquía Hispánica. Al compartir un mismo rey, una misma religión y ciertas instituciones comunes, como pudieron ser los Consejos de Estado, Guerra o Inquisición, en la cúspide de la Administración, o el corregidor e intendente, ya a niveles más locales.

O lo que es lo mismo: durante todos esos siglos, los habitantes de La Florida, Sicilia, los Países Bajos españoles, Milán o Andalucía estaban vinculados por un mismo monarca, una sola religión y por ciertas instituciones comunes.

Aunque cada día es un hecho más conocido, tanto dentro como fuera de los Estados Unidos de América, la presencia de la Monarquía Hispánica en el seno de este inmenso país fue un hecho que se proyectó por espacio de varios siglos. Y no fueron pocos los adelantados enviados por el rey, que se adentraron en aquellas tierras norteamericanas, rumbo a lo desconocido, portando el estandarte del rey español.

Así, personajes como Ponce de León, Meneses de Avilés, Cabeza de Vaca, Hernando de Soto, Pánfilo Narváez, Tristán de Luna, Gaspar de Portolá, Juan de Oñate, Balboa, Fernando de Leyba, Rodríguez Cabrillo, José de Gálvez, Junípero Serra o Juan Francisco de Bodega y Quadra, simplemente a modo enunciativo, forman parte inherente de la propia historia de este gran país.

«La primera constitución de ciertos estados norteamericanos actuales no fue la vigente, la Federal Norteamericana de 1787. Para California, Nuevo México, Colorado o Florida, lo fue la Española de 1812»

Pero la herencia española también puede percibirse en otros muchos aspectos, desde ciertas infraestructuras, construcciones civiles, eclesiásticas y militares, convertidos por méritos propios en enseñas turísticas en muchas plazas del país.

O algo que también pasa inadvertido por muchos: la primera constitución política para algunos de los actuales estados norteamericanos no fue la actualmente vigente, la Federal Norteamericana de 1787. Sino que, para los inmensos territorios de California, Nuevo México, Colorado o Florida, lo fue la Española de 1812, cuando formaban parte de la Monarquía Hispánica.

Así habría de ser hasta la salida de esas tierras de la soberanía española, y hasta su incorporación a la de los Estados Unidos; sobre todo tras la firma del Tratado Adams-Onís. O finalmente, tras la incorporación de una amplia masa territorial, como resultado último de esa guerra que les enfrentó con unos recién independizados Estados Unidos Mexicanos, y la consiguiente firma de los tratados de Guadalupe-Hidalgo y La Mesilla.


Ignacio Ruiz Rodríguez es catedrático de Historia del Derecho y de las Instituciones en la Universidad Rey Juan Carlos.