Así afectan episodios de estrés prolongados a nuestro organismo

episodios de estrés

Insomnio, fatiga, úlceras o problemas cardiovasculares… La Organización Mundial de la Salud califica de epidemia global el estrés, situando el laboral como el principal problema de salud para los trabajadores. Así, episodios de estrés laboral aumentan el riesgo de enfermedades coronarias como infartos, según diversos estudios. CommSense recomienda algunas pautas para combatirlo.

El frenético ritmo de vida, especialmente en el entorno laboral, hace que cada vez sean más los trabajadores que sufren episodios de estrés.

Esta patología está impulsada por una carga de trabajo excesiva, presión por cumplir objetivos o largas jornadas laborales, unido a la falta de descanso o desconexión.

Además, los riesgos asociados a esta enfermedad van más allá de lo emocional (depresión, ansiedad o tensión), afectando también al organismo a nivel físico.

Episodios de estrés

El ambiente en el puesto de trabajo, las relaciones interpersonales con los compañeros o la carga de trabajo son algunos de los causantes más frecuentes de esta enfermedad. Una de las principales complicaciones que presenta esta patología es la dificultad en la detección.


episodios de estrés


El estrés es algo necesario, es un mecanismo adaptativo de llamada a la acción y que moviliza recursos fisiológicos y cognitivos, pero cuando el estrés nos desborda, y vivimos en un estado de alerta permanente, el organismo desata un conjunto de respuestas que, mantenidas en el tiempo, acaban deteriorando nuestra salud tanto física como mental.

Desde CommSense nos aconsejan cómo revertir los efectos negativos del estrés o tratar de minimizar las posibilidades de padecerlo. A través de un listado de consejos para evitar que el estrés laboral desemboque en enfermedades más graves:

1.- Realizar actividades físicas.

El ejercicio, practicado de forma regular, es una de las mejores terapias para combatir el estrés. Al hacer deporte el organismo segrega endorfinas, que actúan como una morfina natural. Una vez producida esta molécula, se dispersa en el sistema nervioso central, en los tejidos del organismo y en la sangre.

Los deportes de fondo son los que producen una mayor cantidad y ayudan a regular los picos de estrés: el running, las rutas en bicicleta o la natación son algunas las actividades más recomendadas.

2.- Llevar una dieta sana y equilibrada.

Una correcta hidratación y una dieta equilibrada donde predominen alimentos frescos y de temporada, como frutas y verduras, ayudará a regular el funcionamiento del organismo. Hacer cinco comidas al día e incluir alimentos como el limón, los anacardos o la avena es una gran terapia antiestrés.

Así mismo, reducir la ingesta de alcohol tendrá un efecto positivo en el cuerpo evitando el estrés a largo plazo.


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3.- Regular los horarios de sueño.

La ausencia de una rutina de sueño puede derivar en problemas como la falta de concentración o la fatiga, que aumentan las posibilidades de sufrir estrés. Además, una incorrecta higiene del sueño tiene efectos negativos a nivel emocional, haciendo a las personas más proclives a sufrir estrés crónico.

4.- Desconexión laboral.

No revisar el correo fuera de la oficina, evitar responder llamadas que no sean urgentes en el tiempo libre o no llevarse trabajo a casa los fines de semana son claves para que el cerebro desconecte de la actividad del día a día y sea más productivo en el horario laboral.

De esta forma el cansancio psicológico tiende a reducirse, minimizando las posibilidades de sufrir estrés.

5.- Crear un ambiente de trabajo agradable.

A lo largo de la semana, los trabajadores pasan de media cuarenta horas en su puesto de trabajo. Fomentar las relaciones interpersonales con los compañeros de oficina o tener el puesto de trabajo ordenado son solo algunos de los consejos para hacer que las tareas diarias sean más llevaderas.

Sentirse a gusto en el lugar de trabajo minimizará el riesgo de sufrir episodios de estrés.

Cuando estamos estresados nuestro cuerpo produce diversas hormonas asociadas a la respuesta del organismo ante un peligro, como son el cortisol y la adrenalina. Estas hormonas incrementan la presión arterial, lo que puede acabar produciendo, entre otras cosas, rigidez y estrechamiento de las arterias.