Seguramente hayas oído hablar de la última moda importada de California de beber agua “cruda”. ¿Eso qué es? Agua de lluvia, agua de río… agua sin tratar. También que grandes cocineros trabajan con agua de mar para preparar sus guisos, y hasta una cerveza como Er Boquerón. ¿Saldrán salados? No, porque se recoge a gran profundidad. Pero ¿qué pasa con el agua mineral embotellada? ¿Es mejor que la de grifo? Olmata te trae todo lo que debes saber al respecto.
Ni hay dos aguas minerales iguales ni toda el agua embotellada que se vende es solo de este tipo: existen también la de manantial y el agua potable preparada. Lo cierto es que el consumo de agua embotellada en España ha crecido imparable hasta rozar los 1.000 millones de euros de facturación. ¿Se trata de un nuevo triunfo del marketing o es que hay verdaderos motivos de salubridad para consumirla envasada?
El Laboratorio Dr. Oliver Rodés, que figura en las etiquetas de todas las marcas de agua embotellada de este país, acude en nuestra ayuda. Pues según un artículo de ElComidista, el blog de alimentación del portal ElPaís, el responsable de aguas envasadas de este laboratorio, el doctor Antonio Borrell, aclara las diferencias: «Las aguas minerales y de manantial proceden de acuíferos subterráneos y son aguas de gran pureza. Ninguna de ellas puede prácticamente recibir ningún tipo de tratamiento, mientras que las aguas potables preparadas pueden tener cualquier clase de procedencia, subterránea o superficial, y se las somete a todo tipo de tratamientos: se pueden osmotizar, descalcificar, etcétera».
Con matices
Entre las aguas minerales y las de manantial también hay matices. «Las aguas minerales naturales tienen una composición química estable; cosa que no ocurre con las aguas de manantial, a las que no se les exige una composición fija. Por eso una se indica en la etiqueta y la otra no», precisa el doctor Borrell.
La composición es constante, pero cada agua mineral natural tiene la suya propia: «Unas tienen mucho sodio, otras poco, las hay más bicarbonatadas… Y esto se da por el hecho de que cada agua mineral natural se extrae de un acuífero subterráneo determinado y protegido. Esa agua que luego bebemos ha pasado antes por diferentes capas, por donde se ha ido filtrando, remineralizándose y adquiriendo esa composición característica».
¿Y el agua con gas? «Hay aguas que son carbónicas naturales porque su gas está presente en el propio manantial. Y otras que el gas carbónico es añadido», señala nuestro especialista.
El negocio del agua embotellada
Sea como fuere, el agua embotellada se ha convertido en un suculento negocio. Así, y mientras que en el planeta hay todavía 663 millones de personas que viven, según cifras de la OMS y Unicef, sin acceso a un agua potable mejorada, en España se gasta alrededor de 1.000 millones de euros en comprarla envasada. O dicho de otro modo, nos bebemos al año unos 120 litros de agua mineral por cabeza, según estimaciones de la Asociación Nacional de Empresas de Aguas de Bebida Envasadas (Aneabe). Aunque otros países de la UE nos superan: somos el cuarto productor de agua embotellada y el quinto en consumo, tal y como indica la estadística de la Federación Europea de Aguas Envasadas.
Si el último informe técnico del Ministerio de Sanidad señalaba que el 99,5% del agua que sale de nuestros grifos es potable (el 0,5% restante engloba imperfecciones puntuales), ¿por qué pagamos más por un recurso seguro y asequible que ya tenemos servido en la inmensa mayoría de nuestros hogares? ¿O tienen algunas otras ventajas tomar agua envasada?
Hay quien no está muy convencido de consumir agua embotellada: pulse aquí.
Según explica ElComidista, para Aneabe hay tres motivos: «Una mayor preocupación de la ciudadanía por tener hábitos de vida saludables como beber dos litros de agua al día, su precio, de los más bajos de Europa, y que te permite estar hidratado en cualquier momento y en cualquier lugar».
Lo cierto es que por el precio de tres cuartos de litro de agua envasada (un euro), tenemos mil litros de agua corriente en una ciudad como Madrid. Pero el agua embotellada forma parte del paisaje, e incluso hay restaurantes que tienen su carta específica…
Transparente sí, pero nada más
A todos nos han explicado en el colegio que el agua era incolora, inodora e insípida. ¿Nos engañaron nuestros maestros de Ciencias Naturales? Pues un poco sí, porque el agua tiene sabor y aroma, que vienen determinados por la cantidad de minerales que contenga. La clave está en el residuo seco, esto es, los minerales que quedan cuando se evapora el líquido: hasta 50 miligramos por litro sería un agua de mineralización muy débil y a partir de 1.500, mucho más fuerte. A más mineralización, más sabor.
Esto, por sí solo, no termina de explicar ese sabor y el aroma. También hay que fijarse en los componentes minerales presentes, y su cantidad. «Lo que le da dureza al agua es, sobre todo, el calcio. Es un mineral que se percibe de manera clara en boca y nos da esa sensación de astringencia», explica ElComidista.
Aunque hay otros elementos que conviene mirar también como los bicarbonatos o el pH: si tiene más bicarbonatos será un agua más intensa en paladar. Y cuanto más alto sea el pH, perderá frescura y tendremos la sensación de que no nos quita tanto la sed.
Se dice que algunas aguas de mineralización débil son muy diuréticas y ayudan a evitar la formación de cálculos renales. Pero, ¿qué hay de cierto en todo esto?
Mineralización débil
La médica nutricionista consultada en el artículo, Magda Carlas, lo explica: «Las aguas de mineralización muy débil tienen menos residuo seco y, por lo tanto, menos minerales. Y esto a una persona hipertensa o con problemas renales le puede venir bien. Pero la formación de un cálculo renal viene determinada por muchos factores. Difícilmente el beber un agua más que otra te puede generar cálculos; dependerá de toda tu dieta o de tu grado de hidratación, entre otras cosas».
Pero, esos supuestos beneficios, ¿son reales? «Beneficios completos y milagrosos no te aporta. Puede ser un complemento nutricional o te puede ayudar en algunos pequeños problemas, pero el agua mineral natural no tiene propiedades curativas. Ni cura enfermedades ni va a determinar nuestra salud. En ese sentido, el agua del grifo y el agua mineral están a la par: su influencia en la salud es limitada. ¿Por qué? Porque estamos en un país que come variado y suficiente. Y los alimentos tienen agua y también nutrientes».
Carlas es autora del libro Más claro que el agua: Todo lo que deberías saber del agua mineral y nunca te han contado. Pues bien, en uno de los capítulos aborda esto mismo: «El magnesio, que encontramos en las aguas minerales, es otro mineral fundamental para el organismo. Pero este también se obtiene del cacao o los vegetales. Digamos que el agua mineral natural además de un sabor más puro, nos ofrece una dosis extra. Un agua con más calcio será un complemento para mujeres embarazadas o niños en edad de crecimiento, pero será un añadido a su dieta».
Y anoten esto: ni beber agua durante la comida es malo ni beber mucha agua hace que adelgaces.
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