El conocimiento: Commsense nos enseña a valorar el explícito y el tácito

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Para los consultores estratégicos de CommSense, expertos en liderazgo vinculante, aseguran que existen dos tipos de conocimiento. Uno más claro y evidente, junto a otro, oculto y muchas veces secreto. Aseguran que dos gurús japoneses del management, Ikujiro Nonaka e Hirotaka Takeuchi, hablan de ello en su brillante “The Knowledge Creating Company”, escrito hace ya casi un cuarto de siglo. Pero que sigue siendo un referente en cuanto a su gestión.

Según explican en CommSense, “The Knowledge Creating Company” analiza precisa y concienzudamente cómo las organizaciones empresariales niponas crean su propia dinámica de la innovación. Y son mundialmente reconocidas por ello, justificando sus buenos resultados con principios y postulados basados en la gestión del conocimiento. Tanto que, incluso pasados 24 años, continúan resultando reveladores.

Y uno de los postulados abordados es precisamente el de las diferentes clases existentes. Nonaka y Tekeuchi distinguen dos grandes ámbitos: el explícito y el tácito.

Dos tipos de conocimiento

Entender la existencia de estos dos grande tipos de conocimiento resulta esencial para asimilar correctamente los principios básicos de la gestión del conocimiento. De ahí que hablemos de ello en esta ocasión.

  • El claro y evidente, el explícito. Incluimos dentro de esta tipología todo conocimiento que puede ser estructurado, almacenado y distribuido. Hablamos por tanto de expresiones gramaticales, matemáticas, especificaciones, dossieres, tutoriales, procedimientos, manuales operativos, información almacenada en bases de datos…Éste puede ser transmitido fácilmente de un individuo a otro, y abunda en la tradición filosófica occidental.

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  • Y el oculto y a menudo secreto, el llamado tácito. En este caso hacemos referencia a aquellos conocimientos que forman parte de nuestro modelo mental, fruto de nuestra experiencia personal.En calidad de tal, involucra factores intangibles como las creencias, valores, puntos de vista, intuición, etcétera. Por tanto, se trata de un conocimiento que no podemos estructurar, almacenar ni distribuir.

El tácito es el más difícil de gestionar (en muchas ocasiones ni siquiera su propietario sabe que lo posee) y al mismo tiempo el que más posibilidades tiene de generar ventaja competitiva sostenible, ya que es prácticamente imposible de imitar por los competidores. Este tipo de conocimiento ha sido y es altamente valorado en la tradición filosófica oriental.

Transformar en explícito lo tácito

Así pues, el explícito puede ser fácilmente procesado por un equipo informático, distribuido electrónicamente (por ejemplo a través de correo electrónico) o almacenado en una base de datos. Sin embargo, la naturaleza del conocimiento tácito dificulta enormemente su procesamiento y distribución. Para ello es necesario transformarlo en conceptos que todos podamos entender, es decir, es necesario convertirlo en conocimiento explícito.

Pero, ¿es esto posible?, ¿podemos transformar el conocimiento tácito de un individuo en explícito?
En efecto, y es precisamente esta transformación (de tácito a explícito, y viceversa) la que permite que se cree un conocimiento común, para toda la organización. El siguiente esquema (Nonaka y Takeuchi) representa dicha conversión:

Partimos del conocimiento tácito de un individuo particular. Primero la socialización (de tácito a tácito) se inicia generalmente con la creación de un campo de interacción. Este campo permite que los miembros del equipo compartan sus experiencias y modelos mentales, transfiriendo de este modo el conocimiento tácito de una persona a otra.

Exteriorizar y asociar

En segundo lugar, la exteriorización (de tácito a explícito) empieza a partir de un diálogo o reflexión colectiva. Este/a apoyado/a en una metáfora o analogía apropiada, permite a los miembros enunciar el conocimiento tácito oculto, difícil de comunicar de otro modo.

En tercer lugar, la combinación/asociación (de explícito a explícito) comienza con la distribución por redes del conocimiento recién creado y el existente de otras secciones de la organización. Enriqueciéndose y cristalizándose así en un nuevo conocimiento, producto o servicio. Y por último, la interiorización (de explícito a tácito) que retroalimenta de nuevo el proceso y que se origina al aprender haciendo.


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